¿Lactarios en la UNAM? 

Sobre la Semana Mundial de la Lactancia Materna y las universidades

Texto: Vianey Mejía | Ilustración: Itzel Vázquez

En este año celebramos la Semana Mundial de la Lactancia Materna del 1 al 7 de agosto, por lo que, desde la CIGU, queremos contarte un poco sobre la importancia del tema para la lucha feminista.

Beneficios de la leche materna

Distintas organizaciones internacionales, como la OMS y la UNICEF, llevan una agenda de promoción a la lactancia materna para todos los bebés. Recomiendan que se haga de manera exclusiva hasta los 6 meses de edad y que su uso sea continuado por encima de los sucedáneos. 

Lo anterior debido a que, además de su grado de aminoácidos, probióticos y vitaminas, ésta tiene algo que las leches de fórmula no ofrecen: todo un cargamento de hormonas del bienestar y anticuerpos que hacen que el nuevo nacido sea un humano resiliente inmunológica y emocionalmente. 

El calostro (la leche producida en los primeros días de la lactancia), recubre el estómago del recién nacido, o recién nacida, y le dota de sustancias que le servirán para adaptarse al nuevo mundo del que ahora forma parte. Después, cuando la leche materna está madura, ayuda a la correcta formación del cerebro y de las funciones intelectuales. Su impacto es tal que reduce la probabilidad de padecer diabetes en la edad adulta.

Por otro lado, de los beneficios sobre las emociones y vínculos afectivos casi no se habla debido a ese sesgo que tiende a considerar todo lo relacionado con ellos como algo poco objetivo, o indigno desde la perspectiva androcéntrica de la ciencia, sí todavía en 2021.

Sin embargo, es de suma importancia el papel que juegan las hormonas  que contiene la leche materna para formar un ser humano saludable anímicamente:

La oxitocina refuerza el vínculo entre la madre y el o la lactante. El triptófano y la melatonina ayudan a que a que llore menos y duerma mejor, pues le brindan sensación de tranquilidad y ajustan su ciclo circadiano. La leptina, por su parte, regula la sensación de saciedad.

Perspectiva feminista de la lactancia

La mayoría de las fórmulas están hechas a partir de leche de vaca y, al igual que las humanas, las vacas han evolucionado por años para proveer a sus crías (los becerros) de los nutrientes necesarios para ellos, no para lxs humanitxs. Un plus para las mamás que están contra el especismo. 

Los beneficios de la lactancia no se agotan en las y los bebés. Distintos estudios demuestran que ayudan a restablecer el peso de las mujeres y a prevenir distintos tipos de cáncer como el de mama y ovario.

Por todas estas cuestiones es importante además que las mujeres visibilicemos que tenemos el derecho a existir. 

¿Cómo así? La lucha de las mujeres por espacios igualitarios nos ha llevado a espacios antes impensables: las escuelas y espacios laborales. 

Oficinas, universidades, teatros, restaurantes. Cualquier espacio donde una mujer desarrolle sus actividades y al que le dedique su tiempo y fuerza de trabajo debe contemplar las especificidades de ellas. Así se podrá decir que, efectivamente, hay avances en el reconocimiento de su humanidad y dignidad.

Para lograrlo se ha promovido, desde la agenda internacional de derechos, la implementación de lactarios, espacios destinados a que las madres en periodo de lactancia tengan un espacio privado, cómodo y seguro donde llevar a cabo la alimentación de sus hijas o hijos.

Primer lactario en la FFyL, UNAM

Por ello desde la CIGU queremos contarte el caso de uno de los primeros lactarios dentro de la UNAM, mismo que se implementó en la Facultad de Filosofía y Letras en 2019, durante la administración del Dr. Enrique Linares Salgado y la dirección de Karla Amozurrutia Nava, hoy Secretaria Técnica de la CIGU.

Aquí un poco de lo que nos comparte:

Karla, en estos días estamos celebrando la Semana Mundial de la Lactancia Materna y es por ello que quisiéramos que nos compartieras tu experiencia sobre el lactario que implementaste en la Facultad de Filosofía y Letras cuando estabas al frente de su Unidad de Género. Quisiera empezar preguntándote algo que quizás no sea tan obvio:

¿Por qué es importante hablar de un lactario en un espacio como la universidad? 

—Hola Vianey, sin duda es fundamental hablar de la lactancia materna y el tema de cuidados de las mujeres estudiantes, académicas y trabajadoras que están en proceso de amamantar a sus bebés. A veces pareciera que la Universidad es un espacio ajeno a la maternidad de las mujeres que forman parte de su comunidad; y pues históricamente las Universidades fueron creadas para ser espacios de hombres y masculinizados que, cabe decir, sin ninguna corresponsabilidad en los cuidados. 

Las mujeres escalamos la paredes de las Universidades luchando por un lugar en ellas, pero los espacios universitarios no son espacios configurados para las mujeres y sus hijes. La maternidad es una condición que muchas mujeres viven por elección o por obligación y que hemos tenido que empatar con nuestra vida estudiantil, académica y laboral. Los lactarios son un derecho para las mujeres que maternamos y es, a la vez, una reconfiguración del espacio pensado para las mujeres y la posibilidad de conciliar los cuidados y la vida académica-laboral. 

—Oye, y ¿por qué un lactario en Filos? ¿De dónde surgió la idea?

—Pues la verdad, en un inicio no lo teníamos contemplado porque la Facultad de Filosofía y Letras. Tú la conoces, es una facultad con falta de espacios, espacios reducidos y una gran cantidad de personas en su comunidad. En un inicio nuestras oficinas, enfocadas a la atención de la violencia de género, eran muy pequeñas. Después pedimos un espacio más grande para poder dar la contención psicológica y jurídica con las condiciones necesarias y, en ese lapso de tiempo de adaptación en la nueva oficina, llegó una carta de una estudiante que preguntaba por el lactario de la Facultad; en ese momento la abogada y yo nos observamos mutuamente y sin dudarlo nos dimos a la tarea de buscar lo necesario para implementarlo en nuestra oficina, pues buscar otro espacio iba a ser imposible. 

Pedimos apoyo a la administración en turno para que nos comprara un pequeño refrigerador, buscamos en los saldos de muebles de la facultad, en una covacha, un sillón cómodo y pedimos la compra de algunos insumos de higiene personal. Así que recibimos a nuestra primera usuaria y nos pusimos de acuerdo para saber sus horarios de tomas para que pudiera sacar la leche necesaria y pudiera estar sola y cómoda, sin interrupciones en la oficina. Nosotras salíamos de la oficina y colocábamos un cartel en la entrada con la leyenda «No Molestar». 

Quisimos ambientar el espacio con flores y bebidas calientes donde yo misma llevé una jarra eléctrica y tés de sabores para que nuestra usuaria pudiera estar más cómoda. El Lactario de FFyL estaba acondicionado de manera muy amorosa con condiciones suficientes, podían ser mejores, pero con mucho cariño. El presupuesto suele ser un obstáculo siempre; pero la voluntad hace maravillas. Así fue que construimos el primer Lactario de la Facultad de Filosofía y Letras. 

—¿Cómo fue recibida esta iniciativa por la comunidad?

—Muy bien, se sorprendían cuando pasaban por la oficina y se quedaban observando el letrero de «Lactario» en la puerta. Nuestra usuaria recomendó el espacio y antes de dejar mi gestión en esa oficina ya había dos usuarias más pendientes de agregarse en la agenda, una estudiante y una trabajadora. Cabe decir que ésta última dejaba su leche en el frigobar de la Dirección antes del Lactario. Las chicas que iban a pedir asesoría jurídica por casos de violencia de género se conmovían cuando se enteraban que esa oficina tenía doble función y cambiaba de fachada para dar servicio no sólo a las mujeres víctimas de violencia por razones de género sino también a las mujeres de nuestra comunidad en periodo de lactancia. 

—Quizás esta es una pregunta en la que te pido que seas algo premonitoria o adivina pero ¿Desde la CIGU, donde ahora colaboras, se hará alguna acción para impulsar más lactarios en las escuelas y facultades de la UNAM?

—Es fundamental tu pregunta, Vianey. La creación de lactarios en la UNAM debe ser parte de una política institucional que se adopte en cada una de sus entidades y dependencias. Hacer un lactario no es difícil, no requiere un presupuesto abultado ni una gestión complicada; es de hecho una obligación para las instituciones públicas por ser un derecho laboral de las mujeres. Sólo se trata de tener la voluntad necesaria para construir espacios pensados en las mujeres de la comunidad que requieren estos Lactarios para extraer la leche o amamantar de manera libre a sus bebés.

Yo hubiera querido tener un Lactario cuando tuve a mi primera hija siendo profesora de asignatura en la FFyL. Y hubiera deseado tener un espacio respetuoso y limpio para poder amamantar en lugar de los baños o el coche. Implementar los Lactarios es una medida que promueve la igualdad sustantiva en los espacios universitarios y la CIGU lo tiene como un objetivo próximo. Ojalá muy pronto podamos hablar de una UNAM con Lactarios para todas. 

—Muchas gracias por tu tiempo Karla, ha sido sumamente bello y enriquecedor, muchos abrazos. 

—Muchas gracias a ti, querida Vianey. Muchos abrazos.