Siempre Sofía
Texto a partir de una entrevista a Sofía Pastrana en 2021.
por Jessica Rito
A Sofía Pastrana, como persona, la pueden describir muchas características, pero traemos a cuenta para este texto que es una de las mujeres que ha formado y tenido mucho de su crecimiento personal y profesional en la UNAM, desde que entró al Colegio de Ciencias y Humanidades Naucalpan hasta la Facultad de Economía, vivencia que ha tenido con una peculiaridad que la hace notable: Sofía, en cuarto semestre de bachillerato, descubrió su identidad de género y se aceptó trans.
Pude conversar con ella para conocerla cuando, a finales de 2021, la comenzaron a mencionar como una estudiante que consiguió el cambio de su nombre, parte fundamental de su identidad. En nuestra plática, le pedí que me contara sobre ella, sobre su historia. A Sofía, yo diría, la caracteriza una valentía y decisión que la llevaron a no rendirse en el camino de vivirse como quien realmente es, aunque para ello tuviese que confrontar lo cisgénero normativo. Eso lo tenía claro antes de conocerla, pero lo que no sabía es que lo hacía desde muy pequeña.
Nos encontramos por Zoom. Tras presentarnos y pedirle que me cuente sobre ella, hace una reflexión y me cuenta que siempre se ha sentido así, como quien es, sólo que previo a sus 16 años no conocía sobre transexualidad. Aunque su mamá le compraba ropa rosa y decidió enseñarle a limpiar y a cocinar porque “quien no lo hace es un huevón”, en realidad se concebía la feminidad como característica dada a las mujeres.
Cosas como la pulcritud, los cuidados y algunos colores, eran entendidos por ella como femeninos (entre ellos el color morado, su favorito de siempre). Lo entendía porque su entorno lo marcaba en todos lados, y todo eso lo hacía Sofía, aunque le reprendieran y le dijeran que debía ser una persona masculina, no femenina. En la primaria le comenzaron a hacer bullying por esto: niños de 12 años le golpeaban a sus 6 años. A los 9 años, tras cambiar de casa y de escuela, entiende que para no ser violentada debe “quitar su feminidad”, y se mentaliza a ello para encajar y no ser agredida.
Así, Sofía estuvo performando su masculinidad y la heteronormatividad hasta secundaria. Tenía una novia. Pero se sentía fuera de lugar. Algo no encajaba. Entonces, descubrió algo: que había orientaciones sexuales, que no todo mundo es heterosexual. Ella sabía que le gustaban los hombres, no las mujeres, como le socializaron que debía ser. Así que se miró y asumió como homosexual, y decidió cambiar de escuela en su segundo año de secundaria para empezar de nuevo y vivirse con esta nueva forma de mirarse. Dice que sus amigas fueron un apoyo muy fuerte y pudo vivirse en esa época más contenida gracias a ellas. Y, acepta, que ahora que lo mira a la distancia, por más feliz que estaba con el descubrimiento de algo más de ella, aún no se sentía del todo encontrándose consigo misma.
Hasta entonces, la vida de Sofía había dado muchas vueltas de tuerca, pero la vital estaba por venir. Me cuenta que, cuando tenía 16 años, se le hace presente el motivo por el que algo no encajaba en su búsqueda por vivir su identidad: era una mujer trans. Recuerda que conoció a Victoria Volkova y lo supo. Fue claro para ella. Cuando se lo dijo a su mamá ella respondió que ya lo sabía; en cambio, su papá se limitó sólo a hacer comentarios crueles.
Comenzó a ir a CCH Naucalpan con su identidad ahora encontrada, y de nuevo encontró apoyo en sus amigas: algo que la hacía sentir abrazada cuando en su hogar tenía que seguir cambiándose para representarse con la identidad impuesta por el cisgénero para no incomodar, para no ser lastimada. Dice que sí hubo un tío suyo que intentaba hacerle ver a su papá que era una buena chica, que era estudiosa, que estaba logrando cosas, pero no fue suficiente. Así que, de nuevo, desilusionada y cansada, se obligó a performar masculinidad.
Terminó el bachillerato y empezó la universidad. Se decidió a estudiar Economía, e ingresó a la Facultad de Economía de la UNAM. Y, de nuevo, un hito: en el segundo año de la licenciatura la operaron de una hernia, algo delicado que la hizo preguntarse qué hacía con su vida y por qué no estaba viviéndola como quería. Entonces, habló de nuevo sobre su identidad con su mamá y, para su alegría, ella la apoyó. A su papá decidió no decirle, casi aprovechando que para ese punto ya estaba separado de su mamá y no vivía con ellas. Sin embargo, ese lazo ha podido ir sanando con el tiempo, y hoy en día la reconoce como su hija y se comunica con ella constantemente.
Sofía, por fin, era Sofía. Para ella, para su familia. Y, si bien, parecía que el obstáculo más grande era afrontarlo con su núcleo más cercano, en realidad tenía por delante el de conseguir que se le socializara como mujer en todos los espacios donde se desenvolvía. Uno de ellos, de los más importantes, era la Universidad. Me cuenta que siempre estuvo pendiente de mandar correos a todxs sus profesorxs para explicarles: tenía estrés y angustia de que la nombraran con el nombre de quien no era. Sofía dice: “Nunca fue mi nombre, nunca fui yo”. Y recuerda que quienes más la apoyaron fueron profesoras; también trae a cuenta a “el profe Colitas”, quien le daba consejos para vivir su identidad con seguridad.
Al final, Sofía pudo graduarse con el cambio completo de su registro en la Universidad, pero fue un camino complejo. Dice que la UNAM debería hacer más cercano el tema a la población estudiantil, hacer más amable el proceso de estos cambios legales, difundir que se puede hacer, que lo hagan, y que no tengan que buscar con mucho obstáculo. Mientras la Universidad hace esto, ella no iba a quedarse parada, así que decidió poner su granito de arena para ayudar a la población trans de la UNAM haciendo un video que colgó en YouTube describiendo todo lo que hay que hacer para ser reconocidx con la identidad que le pertenece a cada persona, si se descubre trans y es estudiante de la UNAM.
Sofía termina contándome que cuando inició su expresión de género, lo hizo de forma muy explosiva y que ahora ya está en otro lugar, que no pretende llamar la atención: que entendió, conforme ha ido viviéndose, que debe amar su cuerpo, que si bien está por empezar un tratamiento hormonal, en realidad es mujer antes y después de él.
Desde la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM (CIGU), le mandamos un abrazo fuerte a Sofía, le agradecemos que haya aportado a la comunidad de la UNAM no sólo siendo una estudiante sobresaliente, sino también poniendo en evidencia que en ella se forman personas valientes y diversas, y por buscar accionar en este cambio en beneficio de la población LGBTTTIQ+ en la Universidad.
Dejamos aquí un video que hizo Gaceta UNAM en el marco del 31 de Marzo, día de la visibilidad transgénero
Y las redes de Sofía para que puedan conectar con ella
Pastrana💜✨ (@pastranasofiaa) • Fotos y videos de Instagram
Sofia Pastrana (@pastranasofiaa) / Twitter
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