Sobresalieron vestimentas, consignas, bailes…

«Marcha LGBTIQ+, envuelta en un ambiente de fiesta, libertad y dignidad»

Fuente: Gaceta UNAM Jun 30, 2025

En una atmósfera de carnaval, los contingentes avanzaron por Paseo de la Reforma para no cejar en su lucha por los derechos de la comunidad y denunciar los tratos indignos que aún reciben

Por: Roberto Gutiérrez Alcalá

Bajo la mirada protectora del Ángel, cuyas escalinatas lucían repletas de gente que enarbolaba decenas de sombrillas y banderas con los colores del arcoíris, los primeros contingentes de la marcha del orgullo LGBTIQ+ (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexuales, queer y otras identidades de género) avanzaron por el Paseo de la Reforma en una atmósfera de carnaval.

En medio de esa multitud inclusiva, grupos de estudiantes de la UNAM se integraron junto a sus amistades y seres queridos.

Aquí de lo que se trató fue de manifestarse con plena libertad y divertirse, pero también de no cejar en la lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+ y denunciar aquello que, por desgracia, la sigue dañando cruel y dolorosamente.

Fotos: Diana Maldonado.

Por eso, desde un autobús descapotable se oyeron, a través de un altavoz, los nombres de no pocos de sus miembros que a lo largo y ancho de nuestro país están desaparecidos… Asimismo, de cuando en cuando, un grito rotundo rasgó el aire del mediodía: “¡Alto al genocidio en Gaza!”.

En la lateral del Paseo de la Reforma, cientos de puestos callejeros ofrecieron a los viandantes toda clase de productos: abanicos, banderas, pulseras, tazas y pines con los colores del arcoíris, brochetas de carne, elotes asados, tacos, dulces típicos, aguas de sabores, refrescos, micheladas, cervezas en lata…

Por su lado, los vendedores ambulantes aprovecharon la ocasión y recorrieron de arriba abajo este tramo de la principal avenida de Ciudad de México para vender papas fritas con chile, bolsas de palomitas, paletas heladas, botellas de agua… Incluso hubo quien ofertó sobre una charola de madera pequeños penes de hule color carne apuntando hacia el cielo…

Casi todos los asistentes a esta marcha eran miembros de la comunidad LGBTIQ+, pero no faltaron los familiares y amigos que decidieron acompañarlos y solidarizarse con ellos, y, también, algunos “perrijos” con un moño o un listón con los colores del arcoíris sobre la cabeza.

Muchos de los miembros de esta comunidad fueron vestidos –o semivestidos, como se prefiera– con atuendos muy vistosos: chalecos de cuero sobre torsos desnudos, blusas desabotonadas que no dejaron nada a la imaginación, shorts ajustadísimos, pantalones y faldas transparentes, tangas, bodies, camisetas con originales leyendas (“El clóset es para la ropa”).

Otro expresó, con unas cuantas palabras escritas en un cartel que mostró a los cuatro vientos, toda una historia de vida: “El VIH no me mató, me hizo más fuerte”.

Apenas eran las 13 horas, y un grupo de jóvenes vertió el contenido de una botella de licor (¿tequila?, ¿vodka?) en unos vasos de refresco y, a continuación, entre risas y aullidos, bebió.

Más allá, bajo la carpa del “Moto Club Gay”, algunos de sus integrantes, enfundados en pantalones y chamarras de cuero negro, hicieron sonar estruendosamente el motor de sus motocicletas para anunciar su llegada.

Una multitud proveniente de la estación Insurgentes del Metro inundó la calle Génova, la cual cruza la Zona Rosa. Cada uno de los rostros que la conforman resplandeció de alegría y/o expectación. De alguna u otra manera, todos presintieron que ése sería un día inolvidable.

Mientras tanto, el grueso de la marcha del orgullo LGBTIQ+ continuó su camino rumbo al Zócalo –su destino final–, envuelta en un ambiente de fiesta, libertad y dignidad.