«Cuestionando mi masculinidad»
Fuente: Gaceta FES Aragón Ene 2025
Por: Eduardo León
La masculinidad durante años se ha definido como un conjunto de características, valores y atributos; más allá del ámbito sexual y de género, adhiere ideologías y comportamientos, como si de un guion para una puesta en escena se tratara.
Actualmente, son múltiples los temas de índole social en tela de juicio, tratando de dar nuevas perspectivas, pautas y enfoques; intentando romper con lo ya establecido. Desde esta idea, se cuestiona la presencia de un modelo exacto de hombre, hablado como algo universal y único, pues el actuar varía siempre, de acuerdo con el contexto cultural e histórico donde esté situado.
Factores como la clase, la orientación sexual, la raza y hasta la pertenencia en algunos gremios o colectividades son factores de diferenciación masculina. Debido a que el concepto de “lo masculino” deriva justamente de un constructo meramente social, su significado fluctúa, se altera y se modifica en consonancia con los cambios, llámense ideológicos, culturales, económicos y hasta jurídicos en una época determinada.
Entrando a un proceso de crítica y análisis, observamos en nuestro país la existencia cultural de formas y procesos de “educar” a los niños, donde salen a relucir las conductas y comportamientos antes mencionados. Es justo aquí donde la cimentación y construcción del “verdadero hombre” se lleva a cabo como una especie de programación y regulación sistemática.
Dentro de este proceso de acción y seguimiento podemos encontrar las reglas, lineamientos y mandatos, los cuales, aún al día de hoy, se siguen poniendo en práctica, todos caracterizados por ser unidireccionales y firmes; como lo son:
Reprimir los sentimientos e inseguridades, no mostrar vulnerabilidad ante nada, imponerse ante el sexo opuesto, las labores del hogar y el cuidado de los hijos le corresponden a las mujeres, buscar siempre el modelo corpóreo socialmente deseado (pero no por salud), su sexualidad está destinada al placer, no pedir ayuda ante las adversidades, ser violento es sinónimo de carácter, etcétera.
Todo lo anterior tiene un impacto colosal y desmedido ante la formación y educación de los varones en edades tempranas, donde todo este espectro actúa como una máquina de producción encargada de moldear y siempre solidificar el mismo resultado.
De esta forma se llega a los conflictos y obstáculos enfrentados por las personas del género masculino hoy, ya sea adolescente, adulto joven, de la mediana edad y hasta los adultos mayores, puesto que todo lo aprendido durante la etapa temprana se ve reflejado en la cotidianidad del sujeto, generando un ciclo aparentemente interminable.
La deconstrucción por definición no destruye ni sentencia. Por el contrario, permite entender si se utiliza como una herramienta cognitiva la cual aporta información. No define la moral, revela las formas creadoras de conceptos, ideas y prácticas.
En conclusión, si bien no hay un modelo ideal de hombre, a razón de la diversidad de los contextos y las experiencias de vida, el reto actual es desarticular las relaciones de poder, los privilegios, así como el sexismo, la homofobia para lograr relaciones democráticas, equitativas, igualitarias, y respetuosas de las diferencias, más placenteras y armoniosas con quienes nos rodean.
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