La maternidad actual: reflexiones acerca de su aplazamiento
Por Jennifer Flores (FES-Aragón)
La primera vez que una mujer comienza a pensar en la maternidad, probablemente, es cuando alguien nos regala un juguete que simula ser un bebé, al que posteriormente trataremos como si fuera un hije para nosotras: le cuidaremos, le cambiaremos el pañal, e incluso, le prepararemos comida imaginaria.
Aprendemos a ser madres antes de aprender a sumar o a leer.
Aún así, cuando crecemos y la pregunta “¿para cuándo el bebé?” se vuelve más palpable y común en nuestros entornos, comenzamos a cuestionarnos acerca de si realmente queremos ser mamás o si aquel deseo es solamente una imposición de la sociedad respecto al rol de la mujer en la familia.
En 2023, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), el 28% de las mujeres mexicanas han preferido dedicarse única y exclusivamente a su trabajo, aplazando su maternidad o haciéndola a un lado por completo.
Yo pertenezco a aquel porcentaje de mujeres y estas son algunas de las reflexiones que rodean a mi idea de convertirme en mamá:
Autorrealización personal
Hace unos meses cumplí 22 años, dentro de algunas semanas terminaré la universidad y ser madre es definitivamente un futuro lejano para mí. Cuando terminas de estudiar, las condiciones económicas del país te conducen a iniciar a trabajar inmediatamente.
Me gustaría desarrollarme profesionalmente, hacer todo lo que nos aconsejan nuestras abuelas, madres, tías, con cierta pizca de anhelo en la mirada: “viaja, mijita”, “compráte todo lo que no pudimos darte”, “no te cases todavía”, “primero disfrútate a ti misma” y demás sugerencias, pero, por algo lo dicen las experimentadas ¿no?
Sin embargo, para cuando aquellos éxitos hayan ocurrido, lo más probable es que esté por iniciar mi tercera década, ya que, aunque me considero una mujer trabajadora y ansiosa, este no es un proceso rápido.
Esto anticipa la llegada de un mito (terrible, por cierto) que rodea a las mujeres que desean ser madres después de los 30 años, pues la sociedad comienza a vernos como algo “viejo”. Al respecto, Esther Vivas, periodista, socióloga y escritora catalana comentó: “Yo creo que no es correcto que, cuando una mujer con 35 años busca una criatura, le digan que es una ‘madre añosa’. Si a una mujer, a partir de cierta edad, también le cuestionan su maternidad, su deseo de ser madre, tiene que ver con este abuso y esta violencia de un sistema patriarcal que no nos reconoce como mujeres y como madres, como sujetos de derechos, como sujetos con capacidad de decisión”.
Entonces, ¿cuándo debería estar lista para ser mamá? ¿A mis 20 cuando aún no me siento realizada y dirán que fui “precoz”? ¿o a mis 30 cuando me tacharán de “vieja”?
Idealización de la maternidad
Una grave problemática que también rodea a la maternidad es que se romantiza e idealiza antes de normalizarse.
Frases como “ser mamá es lo mejor que me pudo haber pasado en la vida” son reales, pero oprimen la individualidad de las mujeres como personas. Por ejemplo: una madre podría considerar como el mejor triunfo de su vida haberse titulado o iniciar un negocio propio, pero si lo dijera en voz alta lo más seguro es que la sociedad en cierto punto se preguntará: “¿su hije no es su mayor triunfo?” Y no, su hije puede ser su segundo o tercer mejor regalo de la vida, porque antes de ser madre, es una persona con sueños y aspiraciones.
“La maternidad implica estar con una criatura 24/7; es desgastante y las mujeres tendrían que empezar a tener estos espacios para poder decir: estoy cansada, siento que no puedo, necesito ayuda”, ha comentado la profesora de la Escuela de Psicología de la Universidad de Monterrey, Paola Josefina González Castro, debido a que ella se dedica a generar reflexiones acerca de la experiencia psíquica de las mujeres que deciden convertirse en madres en situaciones como la idealización de la maternidad.
Paternidad responsable
Otro miedo irreversible que en noches de pensamientos atroces me preocupa y me hace repetir varias veces a mí misma que no es mi responsabilidad es que me asusta que la pareja con la que decida formar una familia resulte alguien irresponsable, tanto económica como sentimentalmente.
Dentro del núcleo familiar, los padres no solamente son quienes aportan biológicamente la mitad del material genético para procrear a sus hijes, sino que también tienen más funciones como la alimentación, limpieza, juego, afecto, educación o sustento económico.
Idealmente, el padre, al aportar todas aquellas funciones, está cumpliendo su paternidad responsable a la par de beneficiarse por esta convivencia ya que ejercer su paternidad es un proceso de aprendizaje que implica sensibilidad y reflexión en sí mismo.
“Ser padre es algo más que procrear y criar, se necesita saber otras cosas que se relacionan con la madurez personal, la integración y la comprensión de la pareja, así como de una reflexión de los valores, creencias y normas sociales que influyen en la masculinidad y, específicamente, en la vivencia de la paternidad”, han declarado autoras como Patricia Ortega Silva, Laura Evelia Torres Velázquez y Ma. Alejandra Salguero Velázquez en su texto Vivencia de la paternidad desde una perspectiva de género.
Claramente, dentro de este proceso de paternidad responsable, las mujeres somos un sujeto externo, sin embargo, que nuestros hijes sean tratados digna y cariñosamente por sus padres es una preocupación, que si no es ejercida correctamente, termina por afectarnos a nosotras.
Búsqueda de la estabilidad
Por último, como todo ser humano, las mujeres también buscamos tener estabilidad en los aspectos más importantes de nuestras vidas como la economía, la salud física y mental, el trabajo, etc.
En muchos casos estos aspectos no son compatibles con la maternidad, pues según el INEGI, en 2020, más de 23.5 millones de mexicanas reportaron no estar disponibles para trabajar por atender otras obligaciones de las cuales destacan las labores del hogar y los cuidados de les hijes.
Probablemente, esta estabilidad se reestructurará varias veces para que se ajuste a los distintos momentos de nuestra vida por factores como los cortos contratos de trabajo o la liquidez de las relaciones amorosas actuales, debido a esto, es importante que la maternidad sea planeada, deseada y respetada.
La decisión de ser madres va a depender de cada mujer según lo cómoda que se sienta con la idea. Esta decisión no se debe forzar y puede ser colaborativa con su pareja, sin embargo, yo considero que la mujer siempre debe ser quien tenga la última palabra debido a que el feto crecerá dentro de su cuerpo.
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