Betty Friedan: el malestar sin nombre
Vianey Mejía (FFyL)
¿En realidad las mujeres somos más propensas a enfermar de los nervios? ¿Hay algo en nuestra constitución biológica que nos haga más susceptibles a padecer depresión o ansiedad?
Hoy en día sabemos que no es así. Sabemos que las enfermedades mentales no son únicamente producto de factores genéticos o de nacimiento. También son producto de las condiciones e interacciones sociales, dentro de las que se encuentra, por ejemplo, la violencia a la que es sometido un individuo.
Si miramos las enfermedades mentales con perspectiva de género, veremos que además existen ciertas opresiones que sufrimos exclusivamente las mujeres y las disidencias sexuales. Éstas alteran nuestra psique a grados profundos e impactan en nuestro modo de vida.
Nuestro temperamento, nuestra facilidad para relacionarnos con otras personas, nuestro desempeño académico y laboral, se ven impactados por todos los obstáculos que se nos imponen a las mujeres por el hecho de serlo. Pensemos en la maternidad no acompañada, los trabajos domésticos y de cuidados no remunerados, el acoso sexual en áreas laborales y educativas.
Todo esto que ahora vemos claro estaba oculto y silenciado en los años sesenta. Por lo que, cuando Betty Friedan lo expuso en su libro La mística de la feminidad (1963), causó un revuelo tal que éste pronto se volvió un best seller y acreedor al Pulitzer en 1964.
¿Has visto la publicidad de los años 50? ¡A esto se refería Friedan! Mira estas ilustraciones de la “Guía de la buena esposa”, publicada en España durante la dictadura de Franco.
Betty Friedan nos dijo que ese “malestar que no tiene nombre” se debe a la imagen casi divina a la que nos tenemos que ajustar desde niñas: la feminidad.
Así, todo lo que desencaja de ella: la forma de hablar, vestir, amar, trabajar, es mal visto y somos atacadas por “machorras”, “fodongas”, “libertinas”, despojadas del “instinto materno”. No es de sorprender entonces que, tras estos continuos ataques, las mujeres seamos frecuentemente recetadas con la pastillita que se puso de moda entre las amas de casa 10 años después: el Prozac. Este bendito fármaco que nos alivia de la depresión y la ansiedad.
Betty Friedan nos hizo pensar en todo lo que hay más allá de los logros en la esfera pública como el sufragio femenino. Dando paso así a un feminismo más interior, profundo y trascendental.
Te dejamos aquí algunas frases del libro La mística de la feminidad, que por supuesto te invitamos a leer. El libro está disponible aquí.
“Al igual que los pueblos oprimidos, las mujeres han estado sufriendo en carne propia la violencia, reflejada en todas las enfermedades por las que llenan los consultorios de médicos y psicoanalistas.”
“La única lección que una chica no podía dejar de aprender, si fue al colegio entre 1945 y 1960, era la de no interesarse por otra cosa que no fuera el casarse y tener hijos, si deseaba ser normal, feliz, adaptada, femenina, tener un marido y unos hijos que triunfasen en la vida.”
“Las mujeres están destinadas a vivir en gran medida a través de sus hijos y de sus maridos (dependen en extremo de ellos; y, por lo tanto, están destinadas a descargar en su marido y su descendencia una gran cantidad de resentimiento, afán de venganza, rencor inexpresable e ira).”
¿Realmente el feminismo liberal es opuesto al radical? ¿De dónde viene la distancia? Te invitamos a leer la siguiente nota sobre Kate Millet, quien formó parte junto con Friedan de la organización NOW. Disponible aquí.
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