Identidad de género un derecho humano

Al entenderlo así se eludirán prejuicios y prácticas discriminatorias que pueden llegar hasta crímenes de odio, señalan especialistas

En el mundo es necesario respetar y aceptar a las personas que no son heterosexuales, así como un cambio cultural para evitar actos que los dañen emocional y físicamente y vulneren sus derechos fundamentales.

En la medida en que se entienda que la identidad de género es un derecho humano, se eludirán prejuicios y prácticas discriminatorias que pueden escalar hasta crímenes de odio, afirman los investigadores universitarios César Torres Cruz, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género, y Tania Esmeralda Rocha Sánchez, de la Facultad de Psicología.

“Tenemos que abrazar la diversidad que forma parte de los seres humanos y partir de que la heterosexualidad no es el único destino para las personas; que hay quienes no se asumen heterosexuales y quienes deciden transitar de género y este es un derecho humano”, subraya Torres Cruz en ocasión del Día de la Lucha contra la Homofobia, la Lesbofobia, la Transfobia y la Bifobia, que se conmemora hoy 17 de mayo.

La efeméride surgió luego de que en 1990 la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su catálogo de enfermedades mentales. En 2004 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decidió que esa fecha se conmemorara en el mundo el Día contra la Homofobia, y conforme han pasado los años ha incluido otras identidades, orientaciones y prácticas no heterosexuales.

Rocha Sánchez dice que en este caso no se trata de fobias sino de prejuicios, debido a que no son respuestas incontrolables a estímulos, situaciones o eventos traumáticos que hayan sufrido las personas.

“Hablamos de algo que se ha ido construyendo social y culturalmente, a través de la historia, y tiene que ver con la manera de entender y pensar la sexualidad, incluso la definición de lo humano, establecida bajo una lógica binaria”, expone la especialista en Estudios de Género y Diversidad Sexual.

Ambos expertos enfatizan que en el país aún hay mucho por hacer en la materia, pues las poblaciones que no se asumen como heterosexuales enfrentan un panorama catastrófico, con múltiples trabas institucionales, sociales, gubernamentales, acoso y violencia extrema que se manifiesta en crímenes de odio.

El Observatorio de Sexualidad y Política posiciona a México como el segundo en el ámbito mundial –sólo superado por Brasil– en el cual hay más asesinatos de odio contra mujeres trans, señala Torres Cruz, doctor en Ciencias Políticas y Sociales.

Además, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos indica que debido a la violencia ejercida sobre las mujeres trans en esta nación, su edad media es de sólo 35 años.

“En este país hay asesinatos a mujeres trans sólo por ser mujer trans: te matan por no asumirte heterosexual o salir de la norma binaria hombre-mujer que marca el patriarcado. Hay acoso en las calles y es esencial hablar de este tema que tiene muchos estragos en parte importante de la población”, considera.

Con él coincide Rocha Sánchez quien expone que los crímenes de odio se sustentan “en el desconocimiento, en una manera de vivir la diferencia desde el desprecio y el miedo”.

1990 año en que la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su catálogo de enfermedades mentales.

Sexualidad y control

La sexualidad se ha ido construyendo a lo largo de la historia bajo una lógica binaria y con controles políticos, religiosos e ideológicos; es diversa y va más allá de establecer dos configuraciones sexuales puntuales como hombres y mujeres.

“Está atravesada por factores sociales, culturales, personales y es imposible delimitar un factor único que establezca por qué una persona es homosexual o heterosexual”, abunda la académica.

Nada que curar

Rocha Sánchez, quien participó en la elaboración de la guía interinstitucional Nada que curar asevera que establecer la homosexualidad como patología ha dado lugar a prácticas atroces como las terapias de conversión que la ONU ha declarado actos de tortura, que violentan los derechos fundamentales.

Hoy, remarca, es evidente que la diversidad y la posibilidad de tener un deseo erótico-sexual y afectivo diferente a la heterosexualidad no se vincula a un padecimiento de carácter mental o psicológico.

En ese sentido, celebra que en Ciudad de México estén tipificadas esas terapias como delitos contra el libre desarrollo de la personalidad y la identidad sexual.