«Raigambre: voces de compositoras mexicanas del periodo romántico»
Un trabajo de rescate de partituras inéditas, dispersas en bibliotecas públicas y acervos particulares
Fuente: Gaceta UNAM Nov 14, 2024
En el siglo XIX, era común que las familias mexicanas de clase media y alta se reunieran en la sala de sus casas en torno a un piano, para escuchar la música creada por algún miembro de la familia. Era habitual que las canciones fueran compuestas por mujeres. Dado que no tenían acceso a una educación musical formal, componían asesoradas por un pianista.El legado musical de esa época es recuperado por la compañía Ópera: nuestra herencia olvidada, integrada por Ana Rosalía Ramos (soprano), Rosa Muñoz (mezzosoprano) y Pierre Arnauld Le-Guérinel (pianista). Con la asesoría de antropólogos musicales y musicólogos, desde hace cinco años la compañía rescata partituras, ocultas en bibliotecas públicas y acervos particulares, escritas por compositoras.
Gracias a ello, se ha logrado reunir una creciente colección de partituras originales escritas a mano, cuya recuperación implica tanto el estudio como la interpretación de cada pieza, además de la forma en que fueron ejecutadas “o concebidas, pues no existen referencias sonoras”, señala la soprano Ana Rosalía Ramos.
La charla surge a propósito del concierto titulado Raigambre: Compositoras mexicanas del periodo romántico, que se llevará a cabo el día de hoy en Casa del Lago del Bosque de Chapultepec, a las 18:00 horas, en el que interpretarán ocho piezas recuperadas en esta investigación.
Ramos comenta que es un concierto para voz y piano conformado por canciones compuestas por mujeres mexicanas del periodo romántico, cuyas obras en su mayoría permanecieron inéditas hasta ahora. Las compositoras eran hijas de familia que quizá sólo buscaban una manera de expresar sus emociones, pero con “una inusitada belleza musical”.
Cada una de las presentaciones cuenta con la compañía de un especialista. En esta ocasión será la musicóloga Montserrat Pérez Lima, quien ofrecerá una charla para abundar en los detalles históricos, compositivos y biográficos de las canciones y sus autoras.
La soprano menciona que los temas son muy simples en su estructura, pero cada canción es un poema. Son tonadas lindas, accesibles, que hablan de sus emociones y sentimientos. Reflejan conflictos o problemas personales, como lo hacen todos los boleros que hoy conocemos, sólo que estas piezas no han tenido la oportunidad de ser difundidas.
“El público siempre se muestra muy interesado en saber más sobre las autoras: cómo era su vida, qué las motivó –agrega Ramos–. Frecuentemente nuestra audiencia está compuesta por estudiantes de música e investigadores, generándose así una serie de contribuciones que nos han ayudado a encontrar varios de los manuscritos que hemos trabajado hasta ahora”.
La mayoría de las partituras de las canciones fueron editadas hace 70 años (entre 1920 y 1930), pues aparecieron en revistas y periódicos de la época, para que los lectores las tocaran en casa. “Hemos logrado reunir manuscritos originales de archivos históricos tanto del Conservatorio Nacional de Música como del Archivo General de la Nación y la Facultad de Música de la UNAM”, añade.
Formalmente, estas piezas representan un ejemplo de la ópera mexicana del siglo XIX. “Iniciamos gracias a la colaboración de Montserrat Pérez Lima, quien ha rescatado obras de Guadalupe Olmedo para su tesis de maestría. Esto nos llevó a encontrar composiciones del padre de la ópera mexicana, Cenobio Paniagua (1821-1882), quien fue maestro de algunos de los compositores más importantes de México”.
Hasta la fecha, el proyecto cuenta con un material discográfico: Grabaciones inéditas de Cenobio Paniagua. Su siguiente disco estará dedicado a compositoras mexicanas. “La selección del repertorio incluirá las canciones que mejor sean recibidas en las presentaciones que tenemos programadas”, precisa la cantante.
Detalla que las canciones fueron hechas para piano y voz, “lo cual favorece su interpretación. Es necesario recordar cómo y para qué fueron preparadas; me refiero a que las autoras eran personas sencillas que no pretendían hacer música para grandes orquestas, sino compartirlas con sus familiares, conocidos o amigos. Además, no tenían acceso a estudios de conservatorio. No era común que las mujeres recibieran educación a ese nivel”.
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