La dimensión política de las maternidades
A propósito del día de las madres queremos proponerles el ejercicio de imaginar toda la potencia y posibilidades que surgen de vivir las maternidades desde y para nosotras como una experiencia, libre, deseada pero también política y colectiva.
Actualmente podemos decir que el acercamiento que tenemos con el maternaje es más crítico, sabemos que éste no debe ser una imposición, un esencialismo o el elemento único que defina la vida y destino de las mujeres.
Los feminismos han luchado para que las maternidades sean una experiencia elegida. Sin embargo, el sistema económico y político dentro del que nos encontramos ha instalado ciertos ideales y aspiraciones que pueden dificultar vivir esta elección de manera justa y satisfactoria. Para poner un solo ejemplo podemos preguntarnos: ¿cómo se supone que vamos a ejercer nuestro derecho al empleo con licencias de maternidad tan escuetas y desiguales entre hombres y mujeres?
Es necesario reconocer que la maternidad tiene una importantísima dimensión económica y política que hay que tener presente en todo momento a la hora de diseñar y ejecutar políticas públicas que busquen subsanar las desigualdades, no sólo de las mujeres sino de la población en general, dado que el trabajo reproductivo y de cuidados que recae principalmente en las madres es la base para todo sistema de producción.
Desigualdades en el trabajo reproductivo
Apostar por un sistema que garantice el derecho de las personas a ser cuidadas en toda etapa de su vida, ya sea en la niñez, la vejez o el tránsito por alguna discapacidad o condición especial, es una de las posibilidades para que las mujeres puedan desenvolverse en otros aspectos de la vida igualmente importantes.
La última Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) publicada por el INEGI muestra que, adicional a las horas de trabajo remunerado fuera del hogar, las mujeres dedicaron 30 horas a la semana a las labores domésticas no remuneradas en sus casas, frente a los hombres, quienes apenas dedican 11.
En México se calcula que el trabajo doméstico no remunerado y de cuidados que realizan las mujeres y niñas asciende a más del 26% del Producto Interno Bruto, es decir, unos 6.8 billones de pesos, una cifra tan grande que el Estado mismo ha manifestado no contar con la solvencia presupuestal para absorber esa carga de trabajo que equilibraría las condiciones entre hombres y mujeres. Que se siga argumentando falta de presupuesto para financiar los cuidados a nivel estatal es dejar que el cuidado le cueste a las mujeres, principalmente a las de menores recursos.
Recordar que las madres no sólo son cuidadoras o trabajadoras del hogar es también contemplar su diversidad de manera interseccional: no hay un modelo único de madre, existen mujeres que maternan en pareja, pero también madres autónomas, migrantes, o que viven con alguna discapacidad, y todas ellas requieren políticas eficientes para vivir de manera justa esta etapa en sus vidas. Cerramos con esta frase de Esther Vivas:
“Si el feminismo no defiende a las madres ¿quién lo va a hacer?”.
¿Quieres profundizar más? Ya está disponible nuestro Miércoles para la Igualdad Maternidades mexicanas: una identidad plural con Estela Roselló, del Seminario de cuidados para la vida y el bien común de la UNAM y Paulina Uribe de la Coordinación para la Igualdad de Género en la UNAM.
Échale un vistazo haciendo clic aquí.
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