Gloria Contreras y la danza en México

Por Gabriela García (FCPyS)

Gloria Contreras Roeniger, bailarina y coreógrafa mexicana, nació el 15 de noviembre de 1934 en la Ciudad de México. 

Desde que era una niña mostró interés por la danza y aunque en un principio su familia fue escéptica con la elección de su vocación, Gloria permaneció firme a sus convicciones. 

En el año de 1955 ingresó al Royal Winnipeg Ballet en Canadá y posteriormente viajó a Nueva York para continuar sus estudios en la School of American Ballet. 

A lo largo de su formación tuvo la oportunidad de aprender y trabajar con destacadas figuras de la danza como Nelsy Dambré, Pierre Vladimiroff, Felia Doubrovska, Anatole Oboukhoff, Muriel Stuart, George Balanchine y Carola Trier. 

Para Gloria, Nelsy Dambré representó su primer acercamiento a la danza profesional: “Me enseñó a respetar el arte, me dio un sentido de la ética y una estructura moral que me ha sostenido toda la vida”, recuerda en su discurso de ingreso a la Academia de las Artes en 2003.

Primeras creaciones

Muy pronto Gloria descubrió que no tenía interés en construir una danza de cuerpos y movimientos homogéneos, por lo que se propuso conformar un estilo propio que se desprendiera de las clásicas historias de ballet.

A través de un concurso organizado por The International House, Gloria presentó su primera gran pieza coreográfica: “El mercado”, musicalizada con Los sones de Mariachi de Blas Galindo. Su segunda obra llevó por nombre “Huapango” y mereció el reconocimiento de uno de los coreógrafos más importantes del siglo XX, George Balanchine. Aunque él se convirtió en un importante apoyo y referente, ella no congeniaba con el ideal estético al que aspiraba Balanchine, que empujaba a las y los bailarines a desarrollar graves problemas de salud. El quiebre definitivo de su relación sucedió cuando ella decidió ser madre.

Esta separación supuso un gran reto, pues dejó de tener acceso a los espacios y bailarines del School of American Ballet. No obstante, esto le permitió innovar en su forma de trabajar, incorporando diferentes técnicas y cuerpos. “Creaba de forma más libre tratando de encontrar la esencia de mis bailarines. Es decir, buscaba al ser humano por su inteligencia y talento artístico, no sólo por su figura”.

Llegada a la UNAM 

El montaje de sus obras en distintos países de América Latina le permitió generar conciencia sobre las problemáticas que atravesaba la región, desde las dictaduras militares hasta el movimiento estudiantil en México. En ese momento Gloria comprendió que la danza debía asumir una postura social y política. Así fue como creó “Integrales”, que trata el tema de la represión y “Danza para mujeres” sobre los sentimientos de una madre. 

En 1970, Gloria Contreras regresó a México y con ayuda de Héctor Azar fundó el Taller Coreográfico de la UNAM. El proyecto recibió el nombre de “taller” por tratarse de un laboratorio creativo, en donde se propuso experimentar con las posibilidades de la disciplina y la creación de un repertorio original, así como la conformación de un público y temporadas permanentes. Su intención era fomentar el interés y dignificar la danza como profesión. 

A lo largo de los años, Gloria creó más de 200 obras originales y aún después de su muerte, sus composiciones coreográficas son puestas en escena.

También se dedicó arduamente a promover el arte organizando exposiciones, seminarios, conferencias y edición de libros, sobre todo, inspirados en el trabajo del Taller Coreográfico. En 1999 fue nombrada creadora emérita del Sistema Nacional de Creadores de Arte. 

Asimismo, recibió en 1995 el Premio Universidad Nacional, en el área de Creación Artística y Extensión de la Cultura y en 2005 el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Igualmente fue galardonada en dos ocasiones con la medalla “Una vida en la danza” por el Instituto Nacional de Bellas Artes (1985 y 1989).

Falleció a la edad de 81 años el 25 de noviembre de 2015. Su vida y obra ha sido recuperada en diferentes ocasiones, entre ellas el documental “Signos de vida y rebeldía” dirigido por Julián Hernández y producido por Arturo Ripstein.