Por: Andrea Paz (FCPyS)

Pensar sobre el acceso al agua generalmente nos remonta a las luchas sociales y colectivas que se han llevado a cabo por el abasto desigual de este recurso en el mundo. No obstante, poco visualizamos esta problemática de acceso a partir de una perspectiva de género. 

En el marco del Día Mundial del Agua, diversas entidades pertenecientes a las Escuelas Nacionales Preparatorias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realizaron al interior de sus instalaciones talleres para repensar las problemáticas del agua desde una perspectiva de género. El fin principal de estos talleres fue visualizar la desigualdad existente en torno a la lucha y uso de este recurso. 

En el pasado #Miércolesporlaigualdad, promovido por la Coordinación por la Igualdad de Género de la UNAM, las maestras Judith Sánchez Corrales (EPN6), Janet García Pillado (EPN6), Gonzala Maricela Sánchez (EPN3) y Janet García Pillado (EPN6) se reunieron con las funcionarias públicas Mtra. Erika Zavala Oropeza (INMUJERES), Mtra. Adriana Aguilar Flores (INMUJERES) para poder discutir la importancia de visualizar con gafas violetas el uso del agua y cómo se construyen las políticas públicas en torno a las diversas problemáticas que derivan. 

Es importante destacar que el acceso al agua ha sido una de las principales labores que las mujeres han realizado. Estos esfuerzos también se han traducido en una amplia labor de cuidado hacia las familias y comunidades en las que se desarrollan. En este sentido, la gestión del agua que las mujeres realizan no solo es para el beneficio propio, sino para un bien colectivo, mismo que se ve diferenciado a partir de los roles de género. 

Debido a la división sexual del trabajo que históricamente ha impuesto las labores domésticas a las mujeres, se ha desarrollado una enorme desigualdad en torno al uso de tiempos tal como el cuidados y en este caso, el aseguramiento del agua en la comunidad y al interior de la vivienda. El papel del agua aquí también es transversal a partir de la geografía y el acceso a la infraestructura y equipamiento urbano en el que las mujeres viven. 

El agua en sí representa también una forma de relación entre las personas de una comunidad, a través de la cual pueden hacerse visibles las dinámicas de género. ¿Quiénes cumplen con el rol de abastecimiento o simplemente el pago por el servicio de suministro de agua?, cuestionaba la Mtra. Gonzala Maricela Sánchez, el reconocimiento del trabajo por el acceso al agua ha sido algo que se ha efectuado al igual que las labores domésticas: no remuneradas e invisibles.

Asimismo, el acceso al agua y la labor por parte de las mujeres para garantizar este derecho en sus hogares manifestaron una vertiente de suma importancia a lo largo de la pandemia, destacó la Mtra Judith Sánchez Corrales (tallerista y profesora de la EPN 6), ya que fue uno de los recursos primordiales para poder efectuar el confinamiento al interior de los hogares; en este sentido, hablar de agua también conlleva el hablar del acceso al derecho a la salud. 

Por parte de las funcionarias públicas, la Mtra. Adriana Aguilar Flores también destacó que la realización de políticas públicas en torno al derecho al agua debe realizarse desde una perspectiva interseccional que sume a mujeres expertas en el tema para poder aportar nuevas visiones. Aunado a esto, la funcionaria de INMUJERES destacó la importancia de visualizar que añadir mujeres al diseño de políticas públicas no necesariamente implica que la realización de proyectos se lleven a cabo a partir de una perspectiva de género e interseccionalidad. 

En este sentido, la participación estatal en torno al cumplimiento del derecho al agua también permite que las labores domésticas y de cuidado en torno a ella, no genere un impedimento, obstáculo o diferenciación de trabajos al interior de los hogares. 

Como conclusión, las talleristas destacaron el rol de los hombres y la importancia latente que existe sobre el cuestionamiento no solo de su papel en la gestión del agua al interior de sus hogares, sino también de las labores no remuneradas que pocas veces efectúan. El cuestionamiento de las prácticas que tanto adolescentes como hombres realizan en torno a estos trabajos invisibilizados surge también como una forma de repensar el cuidado y aminorar las desigualdades sociales latentes dentro de las familias y comunidades.

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