¿Por qué se conmemora el 8 de marzo?

Sobre la controversia académica de los orígenes del 8M

Por Vianey Mejía (CIGU)

Cada 8 de marzo las mujeres salimos a tomar las calles, para exigir condiciones de igualdad pero también para manifestar la potencia creadora que tenemos como colectivo. Sin embargo, los orígenes de la conmemoración de esta fecha son difusos, al igual que el origen de muchas otras efemérides, y no han estado libres de controversias entre los especialistas que han intentado historizar el 8M.

Los conatos de esta conmemoración internacional, tal y como la conocemos, se sitúan en los siglos XIX y XX, en Estados Unidos y Europa, con los movimientos de mujeres por la abolición de la esclavitud, con las revueltas de las mujeres obreras que protestaban por mejores condiciones laborales en las fábricas, con las sufragistas y con las mujeres que exigían el cese a la Primera Guerra Mundial. 

No obstante, es difícil precisar fechas debido a falta de documentos que desmientan los señalamientos hacia el 8M como una fecha ad hoc dentro de una guerra intelectual en la llamada “Guerra Fría” que alegan las primicias del bloque socialista o capitalista, incluso en este tema.(1) Estos señalamientos sugieren, por ejemplo, que no hay sustento para afirmar que en 1857 existieron manifestaciones exclusivas de mujeres obreras en Nueva York o que existió una fábrica llamada “Cotton” donde supuestamente murió un ciento de textileras por exigir sus derechos. Atribuyen estos datos a leyendas que Estados Unidos ha generado para ocultar la veta “obrero-socialista” del 8 de marzo.(2)

La búsqueda y creación de una genealogía feminista, ginialogía (de gyne=mujer) como la llamamos desde ciertos activismos, o una genealogía de la “educación matrilineal” como la llamó Graciela Hierro(3), se nos vuelve vital en un sistema que nos pide explicar nuestra existencia constantemente, nuestras ganancias y nuestros derechos: “No olvidemos jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados” (Simone de Beauvoir).

Lo cierto es que en el intento de clarificar esta disputa nos seguimos moviendo en el terreno de la his-story, es decir la historia oficial de los hombres, y no de la her-story, una propuesta feminista que nos invita a ser cuidadosas con los oficialismos en la historia(4), dado que “todo lo que han escrito los hombres sobre las mujeres es digno de sospecha, porque son a un tiempo juez y parte”(5). Es curioso que según la postura política del autor que pone en tela de juicio algún punto en el tiempo del desarrollo del 8M como conmemoración oficial, se omiten a conveniencia de una postura más neoliberal, o más de izquierda, ciertos nombres y se obvian aportaciones de mujeres que participaron en él.

Y es que precisamente antes de la intervención de Estados Unidos para apoyar las fuerzas zaristas durante la Revolución Rusa, las norteamericanas fueron participantes activas dentro de la Internacional de Mujeres Socialistas. Fue en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de 1910, celebrada en Copenhague, que las estadounidenses Lena Morrow Lewis y May Wood fueron apoyadas por Clara Zetkin y Luise Zietz cuando propusieron hacer extensiva la celebración de un “Día Internacional de la Mujer” en todas las regiones, con el fin de promover el sufragio universal femenino.(6)

Si bien la sororidad nunca ha sido un principio idílico e inquebrantable que exime a las mujeres de tener diferencias políticas y éticas, como todo ser humano, sí se trata de un asunto de voluntad, y de responsabilidad para construir el mundo que queremos: “un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”, como decía Rosa Luxemburgo. Ese mundo posibilita narrar historias donde son las protagonistas de sus luchas quienes las enuncian. Poseer un lenguaje con el que nos podamos describir, comprender y significar es una cuestión de justicia no sólo epistemológica sino del día a día.

En suma, las mujeres decidimos lo que este día significa para nosotras atendiendo a las luchas de las ancestras que nos antecedieron, abrieron caminos y entregaron su vida a un legado de derechos de los cuales podemos gozar hoy. Para ello generamos metodologías que atienden al conocimiento situado que sólo desde nuestra perspectiva puede producirse, el requisito para acceder a él no es más que despojarse por un momento de los prejuicios con los que a todas, todos y todes nos educaron dentro de las estructuras patriarcales.

 

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Referencias:

(1) Cfr. The Socialist Origins of International Women’s Day, JSOR Daily.

(2) Soltero, Gonzalo, Día Internacional de las Mujeres: Sus orígenes más allá de la leyenda, Revista Común.

(3) Hierro, Graciela, La ética del placer, p. 139.

(4) Se reconoce principalmente la feminista radical Robin Morgan como principal divulgadora del término en su antología Sisterhood Is Powerful publicada en 1970.

(5) François Poullain de La Barre citado en El segundo sexo de Simone de Beauvoir, confróntese De Beauvoir, Simone, El segundo sexo, Ediciones Cátedra, Sexta Edición, p.56.

(6)  Cfr. Orantes López, María Elena, Mujeres. La historia del 8 de marzo, p.47. y Frencia, Cintia y Daniel Gaido, “El Partido Socialdemócrata de Alemania y la Internacional de Mujeres Socialistas (1889-1918)” en Historia del Socialismo Internacional.