Por: Andrea Paz (FCPyS)

Corría el año de 1624 cuando Francisca de Pedraza logró convertirse en la primera mujer en conseguir en España un divorcio. Tras cuatro años de intento por tramitar su divorcio, Francisca logró firmar su sentencia para poder separarse de su marido y entonces maltratador, sentando un precedente histórico sobre la importancia del divorcio y su relación con el género. 

En el marco del Día Internacional de la Mujer, el Museo de las Constituciones de la UNAM junto con la Dra. Irene López Faugier impartieron un pequeño curso sobre el divorcio y sus procedimientos jurídicos, resolviendo dudas y desmitificando creencias alrededor de los procedimientos jurídicos por los que las mujeres que desean divorciarse atraviesan. 

Cuestiones en torno a la liquidación de bienes, la patria potestad y las indemnizaciones fueron abordados con la finalidad de informar a la población femenina. ¿La razón? La búsqueda de un mejor acceso a la información para las mujeres. 

Históricamente el divorcio ha sido uno de los logros por parte de las movilizaciones feministas en todo el mundo, el tener la facultad jurídica y social de poder disolver un matrimonio permitió que muchas mujeres obtuvieran autonomía sobre sus planes de vida y decisiones afectivas. Es claro que la violencia de género fue el principal motivo que llevó a Francisca de Pedraza a buscar la disolución de su divorcio; no obstante, lo que parecía ser como un acto pequeño, sentó las bases para las movilizaciones de mujeres. 

Aunado a la posibilidad de decidir en la vida de las mujeres, el divorcio hasta la fecha ha representado una forma en la que las mujeres han podido asegurar su patrimonio y el bienestar de sus hijos con la famosa “pensión alimenticia”.

En una sociedad patriarcal en la que existen brechas económicas constituidas a partir del género, los mismos roles han perpetuado que se construya una visión alrededor de lo que una mujer debe o no hacer para que se le considere como “realizada”. La maternidad y el matrimonio determinan en este sentido dos de los pilares más importantes en la construcción del rol del género femenino. 

Rosalba Mejía, subdirectora del Museo de las Constituciones, comentó sobre el incremento de la tasa de divorcios en México, convirtiéndose en uno de los principales temas que deben ser discutidos para la correcta información de las mujeres sobre los procesos jurídicos. “Las pensiones alimenticias en la mayoría de las veces no alcanzan, las mujeres tienen que laborar y en muchos trabajos se privilegia el estado civil de aquellas que no tienen hijos, buscan gente sin distractores”, destacó López Faugier.

En este sentido, el divorcio también representa un acuerdo jurídico que ha permitido hasta el día de hoy que las mujeres puedan obtener algún tipo de protección jurídica o económica que pueda responder ante las diversas desigualdades a las que las mujeres se pueden enfrentar luego de decidir separarse de sus parejas. Las pensiones alimenticias juegan un papel muy importante para aminorar las desigualdades económicas y sociales a las que las mujeres se pueden enfrentar en el acceso al mercado laboral. 

Asimismo, la separación de bienes y las indemnizaciones a aquellas mujeres que han dedicado su vida al trabajo doméstico implican un resarcimiento económico que ha permitido que se encuentren en un menor grado de vulnerabilidad con respecto a los hombres. 

Lo primordial en el acceso al divorcio cae en el derecho de poder contar con los medios suficientes de información para que las mujeres puedan lograr una sentencia favorable tanto para su persona como para sus hijxs.