Privación de sueño en madres universitarias: el desafío de priorizar el autocuidado
Conciliar los estudios universitarios y la maternidad es un desafío. Muchas madres universitarias no priorizan el autocuidado, especialmente en términos de sueño y descanso, lo cual afecta su salud y rendimiento escolar.
Por: Yarazai Simbrón (Facultad de Ciencias Políticas y Sociales)
De acuerdo con Esther Vivas, periodista, socióloga y escritora, muchas mujeres se debaten entre los ideales de “la madre sacrificada, al servicio de la familia y las criaturas, y la superwoman, capaz de llegar a todo compaginando trabajo y crianza”. Ideales que responden a “discursos normativos y estereotipados de corte patriarcal y capitalista”, según explica en su libro Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad.
Bajo esta idea no sólo se encuentran aquellas madres que trabajan y crían, sino también aquellas que estudian y, aunque la decisión de tener una vida académica siendo madre dé la impresión de ser una apología de la frase “una madre lo puede todo”, no es así.
Michelle Calderón García, madre de un bebé de siete meses y candidata a doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que es difícil conciliar la maternidad y el doctorado ya que los plazos académicos son muy rígidos, en cambio los tiempos de la maternidad son inciertos en su mayoría.
“Antes podía organizarme para hacer las tareas domésticas, descansar, hacer ejercicio y trabajar en la investigación. Priorizaba las tareas, si tocaba desvelarse, esforzarse un día más para trabajar en algo, lo hacía. Ahora mi tiempo depende del bebé, cuidarlo no es algo que se pueda reagendar. Si me desvelo un día para atenderlo no es como que con eso haya ‘avanzado’ en los cuidados de mi hijo”.
La privación de sueño en la maternidad
De acuerdo con el artículo El sueño y la salud de la mujer, del Centro Nacional para la Información Biotecnológica, en 2007 la National Sleep Foundation (NSF) reportó que el 30% de las mujeres embarazadas y el 40% de mujeres en posparto reportaron que rara vez dormían bien en la noche en comparación con el 15% de todas las mujeres encuestadas.
La doctora en psicología con especialidad en neurociencias cognitivas, Tania García Vite, considera que estos datos son interesantes pero pueden estar sesgados ya que normalizamos la privación de sueño en la etapa de posparto y eso ha influido en la falta de interés para estudiarla.
“Los estudios sobre el sueño de mujeres embarazadas o que acaban de tener un bebé son muy pocos y recientes. Una de las dificultades es que, durante el embarazo o el puerperio, puede ser difícil seguir un protocolo al pie de la letra, es cuando menos estás de humor para seguirlo”, explica la doctora Tania.
Para Michelle, los primeros días después del nacimiento de su hijo fueron en los que más se sintió irritable, frustrada y a la defensiva por la falta de horas de sueño. Aunque alguien más se encargara del bebé para que ella pudiera dormir, necesitaba estar cerca de él y, por lo tanto, dormía preocupada y no descansaba.
“Me ha costado mucho priorizar mi alimentación, esparcimiento, pero sobre todo mis horas de sueño y descanso”, cuenta Michelle mientras la voz de su bebé se escucha al fondo de nuestra llamada telefónica.
Consecuencias de la privación de sueño en madres universitarias
Cuando la privación del sueño se convierte en parte de nuestro día a día, recibe el nombre de privación crónica de sueño. “Aunque este término no puede encajar del todo para las circunstancias de las mujeres porque desde el embarazo y después de él hay alteraciones en el sueño, si nos vamos a la definición en términos de tiempo cumple la condición de prevalecer por tres meses o más. Por lo tanto, la privación de sueño durante el embarazo y posparto es crónica”, explica la también investigadora Posdoctoral para Centro de Investigación y Excelencia (CYENS) en Nicosia, Chipre, Tania García.
Entre las afectaciones a la salud consecuencia de la privación crónica de sueño se encuentran la debilidad del sistema inmunológico, problemas de presión arterial, enfermedades del corazón, desbalance hormonal, reducción del deseo sexual, riesgo de diabetes, aumento de peso e incluso propensión a accidentes por un bajo estado de alerta.
“La privación crónica de sueño también tiene afectaciones cognitivas importantes. Estamos menos concentrados, no consolidamos el aprendizaje, nuestro estado de ánimo no es el mejor y eso evidentemente repercute en el rendimiento laboral o académico”, detalla la doctora Tania.
Por su parte, Michelle comparte que, aunque le da pena admitirlo, ni física ni mentalmente se siente como antes. No tiene la misma capacidad de retener información y lo asocia, sin lugar a dudas, a la falta de horas de sueño.
“Muchos te dicen que cuando el bebé duerma, tú también te duermas, pero ¿cuando el bebé redacte la tesis yo también redacto la tesis? ¿cuando el bebé cocine o limpie yo también lo hago? Pues no, ese intervalo de sueño del bebé es cuando tienes tiempo de hacer otras cosas. O yo soy muy torpe para gestionar el descanso y el autocuidado o es algo muy difícil de lograr”, describe Michelle con un toque de humor.
Aunque depende del estilo de vida y el contexto de cada madre universitaria, la doctora Tania García recomienda tener presente la higiene del sueño y, en medida de lo posible, generar hábitos quizá no tan estrictos, pero que ayuden a regular un poco los patrones de sueño.
Si deseas conocer otros temas vinculados a la maternidad, te recomendamos leer La dimensión política de las maternidades.
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