Texto: Gaceta UNAM

Sandra Ramírez Carrera   Feb 8, 2024

Celebramos que los muros de la UNAM y de la cárcel han permanecido 15 años en contacto, que las mujeres presas tienen ilusión de vivir y de imaginar un porvenir, y que para ello está la Universidad”, dijo Marisa Belausteguigoitia, directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, durante la celebración de los primeros tres quinquenios del Proyecto Mujeres en Espiral: Sistema de Justicia, Perspectiva de Género y Pedagogías en Resistencia.

Marisa Belausteguigoitia recordó que en México, cuando las mujeres alcanzan los 15 años de edad hacen su entrada triunfal a la vida social. Sin embargo, las quinceañeras de hoy optan por dejar los vestidos ampones y las zapatillas y –en un acto revolucionario, en un cambio de paradigma– deciden celebrar esta edad reconociendo su individualidad e independencia y conmemorando la apropiación de su cuerpo. Es una ironía festejar los tres quinquenios de un proyecto que trabaja con mujeres encarceladas: cuando salen a la sociedad, ésta las excluye y estigmatiza.

Muros de colores

Mujeres en Espiral nació en 2008 como parte del Programa Universitario de Estudios de Género, ahora CIEG. En su primera etapa trabajó en conjunto con un grupo de mujeres presas del Centro Federal de Reinserción Social Santa Martha Acatitla (Cefereso SMA) llenó de color la prisión al tomar las bardas grises y transformarlas en murales que retrataron sus procesos de transformación: pasaron del silencio a la palabra, del gris al multicolor y de la soledad a la pintura en colectivo.

Mujeres en Espiral trabaja una frontera entre la Universidad y la cárcel de mujeres; dos espacios disímiles que se entretejen desde las perspectivas de género y a partir del encuentro entre las prácticas pedagógicas, artísticas y jurídicas que permiten mirar la cárcel como nunca antes se había mirado: de forma crítica y colectiva. Desde ángulos que hacen visibles las muchas violaciones a sus derechos y los sistemas punitivos, racistas y machistas que marcan su vida en el encierro.

En la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles, Estibaliz de Miguel, de la Universidad del País Vasco, el proyecto Mujeres en Espiral y el Colectivo La Lleca-UACM compartieron sus saberes y experiencias en torno a la erótica, los afectos, el contacto y la agencia de las mujeres privadas de la libertad cuando se ilusionan y aman (a hombres o a mujeres o en diversidad).

Aperitivo. El amor, una forma de salvación

Estibaliz de Miguel, socióloga por la Universidad del País Vasco, ha deconstruido el amor romántico dentro de las cárceles de mujeres en España. La experiencia amorosa de las mujeres en la cárcel resulta un escape, una señal de libertad, de inclusión social, de reparación y de validez personal. De tal suerte que –frente a la condena del encierro– el amor puede convertirse en una de las formas de “salvación”. Se trata entonces, aseguró Marisa Belausteguigoitia, del “amor visto como una forma de agencia y liberación entre quienes están presas, una posibilidad de que las mujeres privadas de libertad puedan desear y movilizarse en un espacio donde todo se detiene”.

Banquete. Otra manera de hacer justicia es posible

“Hoy, 15 años después del trabajo carcelario dentro y fuera de prisión, estamos convencidas: la cárcel no funciona, únicamente daña y reproduce aquello que intenta evitar: el delito. El sistema penitenciario, tal como está construido actualmente, sólo sirve para desvincular familias y profundizar las desigualdades”, agregó Julia Álvarez Icaza, jefa del Departamento de Justicia Restaurativa del CIEG.

Por su parte, Yadira Cruz, jefa del Departamento de Pedagogías Críticas y Restaurativas del CIEG, dijo: “El impacto del proyecto ha sido ése: el de deshacer muros y nudos en la garganta mediante la intervención jurídica; la creación de espacios de encuentro, creación y desconfinamiento de las voces a través de prácticas pedagógicas y artísticas con la creación de guiones para cortometrajes y documentales; la creación de fanzines, recetarios y diccionarios caneros, la ilustración y el bordado con el apoyo de abogadas, pedagogas, fotógrafas, artistas, académicas, investigadoras, activistas, mujeres en prisión y excarceladas.

Por su parte, Gisel Tovar, coordinadora de la Fanzinoteca “La Voz que Corre” del CIEG, destacó y celebró la movilización de la universidad pública y de los estudios de género hacia la cárcel de mujeres.

El baile. Un encuentro de ternura radical

En un ejercicio de contacto y reconocimiento, las personas asistentes participaron en el performance dirigido por la colectiva La Lleca. Desde lo alto de las escaleras que adornan el Centro de Cultura Reyes Heroles se percibía un mar de cuerpos que se movían con alegría y timidez. Así, desconociendo los límites de contacto que se proponen dentro de lugares como la cárcel, las asistentes identificaron al cuerpo como territorio de resistencia.

El brindis

Al culminar el evento, integrantes de Mujeres en Espiral reconocieron y agradecieron la ardua labor del proyecto, mismo que sigue generando encuentros desde la academia y el activismo para construir un mundo que erradique las cárceles y –que si no lo hace– logre convertirlas en lugares habitables, dignos y con posibilidades de porvenir.