Fuente: Gaceta UNAM
Por: Marisa Belausteguigoitia
En los últimos años, el activismo feminista ha estado más presente que nunca en los espacios públicos, calles y universidades. Las distintas formas de protesta de las jóvenes –estudiantes/activistas– enmarcan estrategias de defensa colectiva y autodefensa personal, que llevan a cabo las mujeres para salvaguardar su integridad, tomar sus decisiones, cuidar su cuerpo, agenciarse de su tiempo, sus espacios y su libertad.
¿Qué habilidades corporales, pero también creativas, significativas y pedagógicas, deben desarrollar para defenderse? Llaves, la escritura como defensa personal es una compilación de textos escritos por jóvenes estudiantes, que surge para ensayar diferentes tipos de defensa y acopiar habilidades que permitan a las mujeres protegerse y florecer.
Hay diferentes tipos de llaves: las que abren puertas y ventanas, las que son utilizadas para preservar la integridad y tumbar al rival, y las que, a través de la lectura, la escritura y la imaginación, abren caminos a la intimidad de los relatos y saberes propios. En la publicación –disponible para su libre descarga– queremos pensar en la lectura y la escritura como llaves: formas de defensa personal, es decir, como herramientas y actos pedagógicos de protesta.
Para ello incluimos dos manifiestos: el Manifiesto ¡Aguafiestas! y el que bautizamos como Manifiesto ¡Por mis calzones!, ambos intentan sentar un lenguaje y un conjunto de prácticas que inauguren un estilo y un actuar que defienda –como todo manifiesto– un programa de acción que libere de la vergüenza y del deber de agradar.
El Manifiesto ¡Por mis calzones! describe las experiencias de jóvenes ante la censura y el control con respecto a la construcción del pudor como emoción reductora y la particular gestión de la vergüenza, a partir de actos que encubren el cuerpo y lo invisibilizan.
El Manifiesto ¡Aguafiestas! intenta contrarrestar la identidad femenina como sinónimo de agrado, silencio y buen proceder. La aguafiestas, como señala Sara Ahmed, subraya lo que los demás no ven y no deja pasar la oportunidad de aguzar los oídos y pronunciar aquello que libera y empodera, cueste lo que cueste.
Ambos manifiestos funcionan como llaves que afilan la pluma y la lengua y nos ayudan a encontrar esas palabras que queremos expresar y que nos develan mundos y relaciones nuevas. La lectura de escritoras, pedagogas, activistas y feministas como Gloria Anzaldúa, Cristina Rivera Garza, Sara Ahmed, Silvia Federici, Marta Lamas, Sandra Cisneros, Virginia Woolf, Sara Uribe y Audre Lord, quienes construyen sus argumentos desde el conocido lema feminista de “lo personal es político”, nos ayudan a develar aquello oculto, y a sentir “eso” que no nos animamos a ponerle nombre, para darle lugar en nuestro repertorio de sensaciones.
Es mediante la lectura de esas escritoras que apostamos por la posibilidad de la independencia, la creatividad, la libertad y la visión crítica como estrategias pedagógicas de defensa personal. Con Llaves… las estudiantes nos enseñan cómo han encontrado en la lectura y la escritura una forma de alzar la voz y así defender sus decisiones, de plasmar sus miedos, y de esta manera defender su libertad; hablar de lo que les avergüenza y de este modo demostrar su valentía; de escribir sobre lo que las opaca y así demostrar su lucidez. Las estudiantes que escriben en Llaves, la escritura como defensa personal cursan la asignatura obligatoria Género, Violencia y Ética Comunitaria, una materia que tiene una historia muy especial: historia de lucha, protesta, rabia, esperanza, pero también de mucho trabajo colectivo entre estudiantes, personal académico, funcionariado y autoridades.
En mis 40 años en la UNAM no había atestiguado una experiencia así. Esta asignatura –como muchas de las que tenemos y que han sido ganadas por las mujeres– surge a partir de la protesta. Un grupo de mujeres jóvenes, reconocidas como Mujeres Organizadas de la Facultad de Filosofía y Letras (MOFFYL), tomó dicha instancia durante 5 meses y 10 días, para exigir atención a los casos de violencia de género y garantizar un entorno escolar libre de violencia.
Entre las 11 demandas que conformaban el pliego petitorio se encontraba la incorporación de la perspectiva y los estudios de género en los planes y programas de estudio. Esta asignatura es una respuesta a sus demandas. Más que representar un candado por su carácter obligatorio, quienes la impartimos, hemos trabajado mucho para que se convierta en una llave, no solamente para que quienes la cursan se encuentren con el conocimiento histórico y teórico del feminismo, sino para proponer a nuestra comunidad formas de defensa que nos ayuden a restaurar el tejido social universitario, frente al escenario de violencia, movilizaciones, tomas, protestas, confinamientos y desolación en el que vivimos. Los textos que se compilan en la publicación contribuyen a que sus lectoras y lectores encuentren en sus historias de vida, experiencias y relatos, sus propias llaves de defensa personal.
*Directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género
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