La L por delante… ¿Por qué la “L” es la primera letra en LGBTIQA+?

Por: Dení Ojeda (FFYL)

vih mujeres lbgt

Un tema que usualmente suele obviarse, cuando se trata de analizar la historia del movimiento por los derechos de las diversidades sexogenéricas, es el hecho de que cada una de las letras y el orden en el cual están incorporadas al acrónimo LGBTIQA+, conllevan una historia compartida que nos ha permitido alcanzar este punto social en el cual se sigue exigiendo igualdad y no-discriminación para cada una de las comunidades que lo conforman.

En esta ocasión, queremos contarte por qué la “L” es la primera letra del acrónimo LGBTIQA+ y qué significado tiene.

Es necesario comprender que la búsqueda por la igualdad de derechos no es un fenómeno reciente: cuando se trata del movimiento lésbico en específico, se tienen registros históricos de su existencia y categorización desde hace siglos. Los términos utilizados para referir a la atracción y relaciones entre mujeres, se remontan a las obras de la poetisa griega Safo. 

Lesbiana, término específico

De acuerdo con Graciela Barabino, integrante de la Sociedad de Escritores de Morelos, el tipo de poesía íntima realizado por Safo alcanzó su máxima expresión en la isla de Lesbos. Éste fue escrito en uno de los principales dialectos de la lengua griega: el eólico. Para esta autora, Safo fue “la primera que se atrevió a hablar de lo que sucedía en su interior y no a su alrededor”.  

La asociación que se hacía entre el concepto de atracción entre mujeres con el trabajo de Safo, permitió que en 1890 el término “lesbiana” se mantuviera en circulación y fuese adoptado de forma popular, a raíz de la publicación de diversos textos sobre psicología y sexualidad. Así, se logró consolidar el término (y a Safo como figura literaria) en el lexicon colectivo, durante los siglos XVII, XVIII y XIX cuando, si bien la existencia lésbica aún era rechazada a nivel social, las audiencias ya estaban familiarizadas con textos y tropos literarios sobre mujeres que amaban a otras mujeres.

Las lesbianas como parte del movimiento GLBT

A partir de la última mitad del siglo XX, la lucha por la igualdad de las disidencias sexogenéricas se formalizó como un movimiento enfocado en la obtención de derechos civiles. Las colectivas involucradas adoptaron la palabra “gay”, como un término general que, se pensaba, abarcaría la totalidad del espectro de personas que experimentan atracción por su mismo sexo. 

“A medida que crecía el movimiento por los derechos homosexuales, las lesbianas querían crear sus propias identidades […]. La abreviatura que los homosexuales y las lesbianas comenzaron a usar para su comunidad era (el acrónimo) “GLBT”, que comenzaba con la G, lo que solo enfatizó el descontento que las mujeres lesbianas sentían acerca de su lugar en la comunidad [… ]. Las mujeres sentían que los hombres homosexuales eran sexistas y se comportaban como lo hacían los demás hombres en ese momento, lo cual, era una forma de marginarlas. Incluso había grupos de lesbianas que querían separarse y no tener nada que ver con los hombres homosexuales. Estaban más alineadas con las mujeres heterosexuales en torno a temas feministas”, explica la Dra. Jill Gover, ex-profesora de Historia LGBTIQA+ de la California State University.

Esto cambió con la llegada de la epidemia del VIH/SIDA en la década de 1980. 

blood sisters unam

La autora Jennifer Brier, realiza una breve crónica de este cambio político y social, iniciando su análisis a partir del 18 de junio de 1983, cuando la revista Gay Community News publicó una entrevista entre Cindy Patton y Bob Andrews. Patton, quien en ese momento era la Directora Editorial de GCN y que posteriormente llegaría a ser una prolífica Teórica Social respecto al tema del SIDA, comenzó a desarrollar su argumento en torno al hecho de que la respuesta que los colectivos gay y lésbico tomaran ante la epidemia, debía ser un esfuerzo colaborativo de corte feminista. Para Patton, movilizarse contra la opresión homofóbica era la única forma de abordar las raíces de la epidemia del SIDA. 

Las Blood sisters y su enorme solidaridad

Este nuevo paradigma discursivo refleja la actitud que algunos sectores de la comunidad lésbica tomaron ante la epidemia en ese momento: además de la reformulación de la crisis como una cuestión política y social asociada a la liberación en contra de la heteronorma, diversos grupos de enfermeras, conocidas como “Blood Sisters” (hermanas de sangre), trabajaban en los hospitales dedicando la mayor parte de su tiempo al cuidado de pacientes con VIH y organizando campañas de donación de sangre para asegurarse de que existiera una reserva suficiente que permitiera atender la alta demanda de transfusiones. Las primeras campañas de donación lograron atraer a más de 200 mujeres que decidieron formar parte de la donación, no sólo por la cuestión médica, sino por el gesto simbólico de solidaridad que éstas representaban. 

Debido a que las autoridades habían prohibido que los hombres de la comunidad pudiesen participar, las campañas de donación y las vigilias de cuidado por parte de las mujeres lesbianas, en los pabellones de hospitales se convirtieron en una forma de fortalecer a la comunidad sexodiversa y combatir el estigma que existía en contra de los hombres gay hasta bien entrada la década de los 90, cuando los primeros tratamientos contra el VIH comenzaron a estar disponibles. 

Un homenaje en el acrónimo

Fue en esta última parte de la década de 1990, que el acrónimo comenzó a cambiar, como lo detalla la autora Elizabeth Drescher, pues “a medida que los tratamientos para el SIDA se volvieron más prometedores y más disponibles y asequibles, los propios hombres homosexuales reconocieron cada vez más el papel que habían desempeñado las lesbianas en la mitigación de la crisis”. Por lo que se volvió un uso común cambiar el orden en el que aparecían los términos: “Lésbico-gay”, en vez de “Gay-lésbico”, en los nombres de lugares dedicados a la salud y seguridad de la comunidad sexo diversa. 

Por lo tanto, el lugar primordial que ocupa la letra L en el acrónimo LGBTIQA+, conlleva toda una historia marcada por el espíritu de solidaridad y unión que les fortalece. La adición posterior de las demás letras, representa la incorporación de todos estos grupos sociales al mismo ánimo de resistencia e igualdad ante la indiferencia externa.