Después de cinco meses de protesta por la violencia de género en la universidad las estudiantes se retiran por la crisis sanitaria y exigen que se cumplan sus demandas

Almudena Barragán

Han pasado cinco meses desde que las estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tomaron la facultad de Filosofía y Letras para exigir la erradicación de la violencia machista en el campus más grande de Latinoamérica. En los últimos dos años, seis mujeres fueron asesinadas en sus instalaciones y, desde que en 2016 se activó el protocolo contra la violencia de género, se han puesto más de 900 denuncias por abuso y acoso sexual.

Con los pupitres y las sillas como barricadas, 11 planteles más de los 39 cerraron sus puertas y se sumaron al paro. Entre las demandas y con el respaldo de un nutrido grupo de profesoras y profesores, pedían la modificación de la Ley universitaria para que la violencia de género fuera considerada una infracción grave. Después de varios meses de presión, las autoridades educativas crearon la Coordinación para la Igualdad de Género y se comprometieron a cambiar este punto, ya que hasta principios de 2020, en la UNAM era más grave fumarse un porro que violar a una mujer.

El pasado martes 14 de abril, a través de un comunicado, el grupo Mujeres Organizadas de Filosofía y Letras puso fin al encierro y decidió entregar las instalaciones por la crisis sanitaria de la covid-19 que ya ha dejado en México más de 449 muertes y 5.847 contagios. “Hacemos énfasis en que la entrega de las instalaciones no responde al cumplimiento de nuestras demandas, ya que es evidente que no han sido cumplidas en su totalidad”, explican en el texto difundido a través de redes sociales.

Las alumnas aclararon que no pueden mantener las condiciones de seguridad por la pandemia y que su partida además de por el desgaste de quien lleva cinco meses en una trinchera, es por la falta de interés que mostró la Universidad cuando pidieron insumos para sanitizar el lugar. La respuesta de la UNAM fue entregarles dos botellas de cloro [lejía] para limpiar una facultad de tres pisos, según las estudiantes. “La respuesta de Rectoría ante la contingencia ha sido omisa (…) durante los primeros 14 días de la jornada de sana distancia fuimos ignoradas. En segundo lugar, criminalizante porque nos responsabilizaron por los riesgos sanitarios que implica tener las instalaciones tomadas”, explican las mujeres.

“La propia cuarentena sirvió de escenario político a la Universidad para paralizar las reformas que está planteando el movimiento y posponer que se cumplan las demandas sobre violencia de género que se han hecho desde hace décadas”, dice Brenda Medina, profesora auxiliar del Colegio de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras.

Mientras, el movimiento feminista universitario no levanta el dedo del renglón. Todavía siguen tomadas la Facultad de Ciencias Políticas y la de Psicología. Pese a la situación compleja, la violencia contra las mujeres no está en cuarentena. El 5 de abril los colectivos que mantienen cerrada la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM, en el Estado de México, fueron atacados en la madrugada por un grupo de hombres armados que entraron a las instalaciones y agredieron sexualmente a algunas de las mujeres que estaban en la facultad, según el testimonio de varias de ellas. La UNAM en un comunicado dijo que hay dos detenidos por los hechos, pero no mencionó nada sobre el ataque sexual.

“Con el ataque que hubo al FES Acatlán se hizo evidente el rechazo que tienen las autoridades universitarias a responder a las demandas del movimiento y el riesgo que hay en el campus universitario”, dice Medina. “La Universidad las abandonó en medio de la crisis sanitaria no cumplió con las demandas y las dejó expuestas a la inseguridad que hay en Ciudad Universitaria”, puntualiza.

Las demandas para hacer frente a la violencia de género en la UNAM con o sin paro se mantienen, también desde Filosofía y Letras: Reforma del artículo 98 de la Ley universitaria para establecer qué sanciones corresponden a la violencia de género; impartición de programas para sensibilizar a la planta docente en materia de violencia de género; que la Universidad pida perdón a la familia de la alumna desaparecida Mariela Vanessa Díaz Valverde “por entorpecer las primeras investigaciones tras su desaparición”, explica Medina y que todos los centros cuenten con una unidad de atención a casos de violencia de género. “La UNAM necesita una reforma universitaria feminista que traiga transformaciones muy valiosas sin precedentes en la historia de la Universidad”, apunta.

* Tras la publicación de esta información, la FES Acatlán se puso en contacto con este periódico para desmentir que las personas que ocupaban las instalaciones de la Universidad fueran agredidas por terceras personas. La Facultad de Estudios Superiores Acatlán compartió un comunicado de la Fiscalía del Estado de México que asegura que los daños que se produjeron dentro del edificio fueron causados por las personas que ocupaban las instalaciones.

 

Publicado en El País.