Fuente: Gaceta UNAM

Por: María Guadalupe Lugo García

Organizó el PUEC el panel Disfrute de la ciudad para poblaciones LGBTIQ+

Es necesario reflexionar en torno a la ciudad, no sólo como una posibilidad para el colectivo LGBTIQ+ , sino también para la experimentación de la sexualidad en general ésa es la clave cuando pensamos en las metrópolis como sitios de libertad, quedó de manifiesto en el panel Disfrute de la ciudad para poblaciones LGBTIQ+.

En el encuentro virtual, organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la UNAM, en el contexto del Día del Orgullo LGBTIQ+ que se conmemoró el 28 de junio, Arcelia Paz Padilla, académica del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, dijo que en Guadalajara la diversidad y disidencia sexual no ha sido únicamente de los varones, también las mujeres han resistido desde otros espacios, no siempre políticos.

Resaltó que la diversidad y disidencia sexual tapatía hoy están paradas, en parte, en los hombros de mujeres a las que no reconocen y no recuerdan, como “la colectiva Patlatonalli, grupo de lesbianas que se unió no por intereses políticos, a diferencia de los varones gay que lo hacían por las razias y persecuciones políticas de que eran objeto, sino por ganar espacios en la ciudad”.

Apuntó que Guadalajara es una urbe conservadora a voluntad, “tiene fama de ser doble moral, de ser la cuna de los símbolos mexicanos y al mismo tiempo la capital gay de México, aunque Ciudad de México es el epicentro de muchas cosas, y en este caso también de los movimientos LGBTIQ+”.

En ese sentido, la representante y archivista del Fondo Documental Patlatonalli sostuvo que una parte importante de su trabajo de investigación en este terreno ha sido descentralizar el conocimiento, específicamente en el movimiento de lesbianas, “y Guadalajara también fue un punto clave en el desarrollo de los derechos de las disidencias sociales”.

Expuso que ese grupo llegó desde un sentimiento de la diferencia, de la necesidad de hablar de mujeres; se reunieron y organizaron en 1987 en la Universidad de Guadalajara, en el primer encuentro nacional de lesbianas. Ésa fue la primera vía institucional que abrió los espacios a las mujeres, lo cual también indica una relación diferenciada que tuvieron los gay y lesbianas con la institución que trabajó bien con ellas a lo largo de los años, porque estas tenían estudios superiores, eran de clase media y estaban relacionadas con el arte.

El camino que utilizaron para visibilizarse y armarse como grupo fue la cultura y el arte, ciclos de cine, conferencias; más adelante rentaron espacios autónomos no separatistas que utilizaron para el centro de documentación, reuniones y servicios, y en algún momento los compartieron con otras colectivas, aunque no fueron exclusivos para mujeres, como fue el centro gay que existía en esa ciudad propio de varones, sino para el público en general.

Comentó que parte de su trabajo en el archivo del Fondo Documental Patlatonalli es evidenciar que la ciudad de Guadalajara ha sido protegida e intervenida, se han reinterpretado testimonios homófobos en sus paredes a lo largo de los años, no por los gay o la comunidad LGBTIQ+, sino por las propias mujeres de esta ciudad donde hay una reivindicación tanto lésbica como feminista.

Finalmente, Paz Padilla aseveró que su análisis de la historia lésbica-gay de la ciudad de Guadalajara le permitió determinar que los espacios LGBTIQ+ también suelen ser muy misóginos, es decir, excluyen a las mujeres.

Aspecto clave

José Ignacio Larreche, académico de la Universidad Nacional del Sur, Argentina, indicó que resulta interesante considerar la ciudad no sólo como una posibilidad para el colectivo LGBTIQ+, sino para la experimentación de la sexualidad en general. “Ésta es la clave cuando pensamos en las metrópolis como sitios de libertad, me parece que pensar la ciudad como un lugar de experiencias sociosexuales, habilita a todos, sea cual sea su identificación”.

Aseguró que se habla mucho de feminismo, un apoyo teórico y político importante en términos de movilizaciones; sin embargo, muchas personas dentro del colectivo LGBTIQ+ no se identifican con este movimiento, principalmente los varones gay. “Me parece que la discusión cultural habilita también estos encuadres comparativos que comparten los gay y lesbianas”.

Planteó que la urgencia en el estudio de las ciudades latinoamericanas se ubica siempre en la infraestructura, servicios, delincuencia, promoción del acceso a la vivienda y compensar el desempleo, pero se ha dejado de lado la discusión sobre la experiencia urbana en minorías sexogenéricas y étnicas, así como en términos de alteridad amplia, es decir, qué pasa con las personas discapacitadas y su derecho a la ciudad, así como con las mujeres y la diversidad sexual entre muchas otras alteridades.

Comentó que en términos de prácticas espaciales concretas, la población LGBTIQ+, en particular la gay-lésbica, siempre ha estado atravesada por grandes paradojas, como lo permanente y lo efímero, el día y la noche, lo metropolitano y lo no metropolitano, lo ordinario y lo extraordinario; por eso es que en estas prácticas se construye un espectro de visibilidad que tiene que ver con esa geografía del armario.