Una de las voces más potentes del feminismo latinoamericano asegura que la condición de genero no es natural sino producto de la sociedad.

 

Pensar con perspectiva de género requiere una visión general indispensable: Marcela Lagarde

 

“Las mujeres vivimos nuestra condición de genero de acuerdo con nuestro entorno social, la época, la sociedad en la que vivimos, pero también de acuerdo con el estamento de clase, etnia, edad, capacidades y discapacidades, y condiciones biográficas a las que pertenecemos. Por ello es importante tener una perspectiva organizacional para poder impulsar acciones concretas hacia la igualdad entre mujeres y hombres. Esto como un principio estructurador de toda la participación”, asegura la doctora Marcela Lagarde en el primer miércoles para la igualdad del 2021, organizado por la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM.

En una conferencia magistral, la etnóloga, antropóloga, profesora universitaria por 40 años, fundadora de varios espacios académicos y de investigación dedicados al feminismo, exdiputada promotora de la Ley General de Acceso a las Mujeres a una vida Libre de Violencia y la tipificación del delito de feminicidio, compartió conceptos clave para enfrentar el desafío de la igualdad de género.

Para poder pensar con perspectiva de género, dijo, se requiere una visión general indispensable por lo que citó diversos elementos:

“Hay ideologías dominantes que han insistido durante mucho tiempo en normalizar un tipo de condición de genero como si fuera natural y no como hoy sabemos que es, producto de la sociedad”. Ante ello se introduce el concepto de diversidad para aprender de esa diferencia.

Esto surge con activistas en los años 50, con la participación de artistas como Frida Kahlo, María Izquierdo, o Nahui Olin.

Marcela Lagarde y de los Ríos explicó que tener un pensamiento progresista sobre la condición de la mujer y de las mujeres requería una base ideológica en general de izquierda, en las universidades pasó lo mismo, “con el acceso a las mujeres a espacios mixtos, pero no igualitarios confundíamos la igualdad con la mixtura, hemos tardado años para convencernos y a otros, de la enorme desigualdad que hay en el país e instituciones entre personas por razón de género”.

Para poder trabajar a favor de la igualdad es necesario tener conciencia de la desigualdad, dijo, “si no sabemos en qué consiste y por qué hay, con mucha dificultad podremos participar”.

El problema es que continúan esas desigualdades, incluso surgen formas nuevas contra las mujeres y niñas. No se accede de la misma forma a los recursos y a las oportunidades, que en muchos casos son parciales. “Hay ahora mucho discurso, pero la desigualdad es estructural y forma parte de los mecanismos de reproducción social, si las palabras no van acompañadas de las acciones y se dejan pasar los hechos se sigue siendo cómplice de una política de desigualdad”.

Un siguiente paso es tener una interpretación científica sobre las causas de esta desigualdad y los mecanismos para eliminarla, en este sentido, instituciones como la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW, por su sigla en inglés) plantea que es posible y urgente eliminar la desigualdad de género y para ello lleva décadas impulsando la igualdad como un principio de organización social y de la cultura que sea vigente en todo el mundo.

“En el planeta los países más igualitarios tienen una relación entre democracia, desarrollo e igualdad de género. En estos lugares el modelo de desarrollo social contiene una construcción de la condición de género, por ello si queremos cambiar esas particularidades, tenemos que intervenir en el desarrollo integral de la sociedad para conducir acciones que eliminen estas brechas”. 

Un siguiente concepto clave es que la igualdad no significa identidad, significa paridad frente a la Ley, que esta sea igual para ambos y que haya condiciones favorables para la incorporación de las mujeres en ámbitos sociales, en la economía, política, cultura, leyes, normas y preceptos.

“La igualdad entonces es ante la Ley, no nos queremos volver como los hombres, no se trata de eso y precisamente lo movimientos feministas en su mayoría lo que han planteado es una crítica al poder patriarcal monopolizado y personificado por hombres en una sociedad supremacista, se ha planteado una crítica a ese tipo de poder de expropiación, mando y control”. Ese conjunto de características del poder patriarcal lo conocemos con Michel Foucault como poder de dominio.

La especialista concluyó que el trabajo, educación, ingreso y salud, son los ejes del desarrollo humano sustentable y si lo incorporamos con perspectiva de género tendremos las claves fundamentales que se han ido construyendo desde la segunda mitad del siglo XX . “Llevamos todo ese tiempo generando crítica social, conocimiento, teorías, perspectivas, pero falta comprender todavía más esta complejidad del género, pues tiene diversas causas, se reproduce de diversas maneras y tienen diversas teorías”.

 

Publicado en el Economista