Por:  Claudia Juárez Álvarez (UNAM Global)

Dos cuerpos frente a frente

son a veces dos olas

y la noche es océano.

Octavio Paz

A pesar de que la vinculación afectiva y el intercambio sexual en la pareja humana inspiran poemas, canciones, novelas y experiencias inolvidables en la vida real, no siempre somos conscientes de todos sus componentes y cómo aprovecharlos para procurar satisfacción, bienestar y una mejor calidad de vida.

El intercambio sexual, nombrado como acto sexual o hacer el amor, hace referencia a la reproducción y a la experiencia de disfrute, el orgasmo; esa sensación de máximo placer aún tiene fama de ser la culminación más anhelada.

Sin embargo, la respuesta sexual humana es más compleja, como lo demuestran las investigaciones pioneras que han profundizado en esta parte de la intimidad personal.

En entrevista con Ciencia UNAM, la maestra Ena Niño Calixto, académica del Programa de Sexualidad Humana de la Facultad de Psicología de la UNAM, relata los hallazgos más relevantes y los desafíos de explorar el intercambio sexual y la vinculación afectiva entre las personas.

El cuerpo responde

¿Aceptarías ser observado por otros en los momentos de desnudez compartidos con tu pareja? William Masters y Virginia Johnson lograron convencer a hombres y mujeres de hacerlo con fines científicos. Era de la década de los 60. Los resultados de esta pareja de médicos fueron publicados en el libro La respuesta sexual humana (1966).

“Lo llamaron así porque abordan los procesos de respuesta a la estimulación desde una perspectiva fisiológica-médica. Ellos proponen un modelo lineal, en cuatro fases secuenciadas y organizadas una tras otra. Plantearon que debe haber un estímulo sexual efectivo que desencadene la respuesta fisiológica”.

En cada una de estas fases, Masters y Johnson describieron cambios corporales.

Durante la estimulación sexual efectiva se genera la mayor disponibilidad de los órganos sensoriales: la vista, el olfato y el tacto, principalmente, mediante los besos y las caricias, para desencadenar la primera fase de la respuesta sexual, la excitación genital, que en los hombres se hace evidente en la erección del pene, y en las mujeres, en la lubricación vaginal.

Durante la meseta, que es la segunda fase, hay un aumento del ritmo cardiaco y respiratorio; el cuerpo empieza a tener un cierto nivel de vasoconstricción que origina un enrojecimiento de la cara, la espalda, el pecho, lo que ellos denominaron el “rubor sexual”. En esta etapa, aumenta la tensión de los genitales y se mantiene la excitación, por lo tanto, la estimulación debe continuar, inclusive durante el coito para que sea placentero.

Luego sobreviene el orgasmo; una respuesta en pico, con mucha más tensión corporal y contracciones genitales al máximo. En esta tercera fase reportan contracciones en el pene, hasta llegar a la eyaculación, y en las mujeres contracciones en la vagina, inclusive en el útero, provocando experiencias de satisfacción y de placer.

Finalmente llega la fase de resolución, caracterizada por la distensión muscular y la vasodilatación, baja el ritmo cardiaco y el respiratorio; las personas entran en un estado de relajación corporal y sueño.

“Si bien su modelo de respuesta sexual es fisiológico, algo que trasciende es la incorporación del placer como un elemento subjetivo; de tal manera que cada persona lo vive de manera diferenciada.”

La inclusión del deseo

Mientras el modelo de Masters y Johnson sacudía a las sociedades de los años sesenta del siglo pasado, era revisado por otras mentes que sumaron nuevos enfoques.

Helen Kaplan (1929-1995) se había graduado en Medicina; era también psicoanalista. En los años 70 realizó estudios con hombres y mujeres. A partir de sus resultados, propuso un modelo psicodinámico en donde incorporó un elemento psicológico al estudio de la respuesta sexual de las personas: el deseo.

  • El deseo entendido como el impulso que nos mueve a buscar experiencias sexuales y la disponibilidad de vivirlas con alguien en particular.

“Ella planteó que ningún estimulo sexual puede resultar efectivo y desencadenar una respuesta excitatoria si no existe el deseo. Lo interesante es que, desde esta postura, la respuesta sexual no es solo fisiológica, sino que incorpora el componente psicológico de lo humano”.

Desde su enfoque psicodinámico, la respuesta únicamente tiene tres fases: el deseo, la excitación y el orgasmo.

“Kaplan va más allá del modelo lineal, de principio a término. Recordemos que Masters y Johnson mencionan una fase final, la resolución, donde los hombres incluso entran en un periodo refractario y ella lo cuestiona. Acepta que el cuerpo regresa al equilibrio fisiológico, pero si el deseo persiste, es posible reactivar la respuesta sexual.”

¿Por qué unas personas llegan al orgasmo y otras no?

La complejidad de la respuesta sexual de los seres humanos se hace evidente cada vez que surgen más preguntas. Por ejemplo, si fisiológicamente todos tenemos la capacidad de responder sexualmente, por qué algunas personas se consideran anorgásmicas.

En los años 80 el equipo conformado por Barry Komisaruk, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey; Beverly Whipple, de la Universidad de Rutgers, y el mexicano Carlos Beyer, investigador del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional, reveló otras facetas.

Ellos hicieron estudios diferenciados entre hombres y mujeres; concluyeron que la respuesta fisiológica es muy similar entre ambos, pero no todos pueden obtener experiencias de placer y separar la parte reproductiva de la parte placentera durante el ejercicio de su sexualidad en pareja.

Detectaron que dicha limitación tiene origen en elementos del contexto social y cultural de la persona, los cuales llegan a ser obstáculos en la posibilidad de sentir placer, principalmente en las mujeres. Ellos publicaron el libro La ciencia del orgasmo (2007), donde dan cuenta de sus hallazgos.

Beverly Whipple es quien dio a conocer el Punto G. En sus trabajos como terapeuta sexual con mujeres anorgásmicas, identificó esta área que coincide anatómicamente con la raíz del clítoris en el interior de la vagina y al ser estimulada, genera un placer intenso.”

La incorporación de la diversidad sexual

Si en los primeros estudios predominó el seguimiento de la interacción entre hombres y mujeres, en años recientes se ha incorporado la diversidad sexual de las personas. Este enfoque promueve que como poseedores de genitales, todos somos capaces de sentir deseo y placer.

Aquí cobra relevancia la satisfacción como un elemento subjetivo que alimenta experiencias de gozo más intensas, según los hallazgos de Rosemary Basson, profesora de Psiquiatría en la Universidad de Columbia.

Ella exploró las construcciones subjetivas de las mujeres; observó que unas viven la actividad sexual con culpa, vergüenza, sin satisfacción ni placer, mientras que otras expresan mayor libertad para elegir y gozar de su cuerpo, de disfrutar del cuerpo del otro y de llegar a un encuentro sexual, con o sin orgasmo, pero satisfactorio.

En el siglo XXI, el modelo fisiológico se enriquece con los aspectos más subjetivos tales como el deseo, la motivación, la satisfacción, la capacidad de gozar y la capacidad para intimar con otros.

Los estudiosos de la interacción sexual y la vinculación afectiva tienen ante sí un camino de posibilidades para intentar explicarlas y brindar apoyo a quienes enfrentan conflictos en este ámbito de su vida.

Educación integral de la sexualidad

Las académicas del Programa de Sexualidad Humana (PROSEXHUM) de la Facultad de Psicología de la UNAM, parten del principio “A mayor educación integral de la sexualidad y promoción de la salud sexual, menor terapia sexual”.

Esta línea de acción consiste en un programa de servicios psicológicos mediante el cual las personas revisan su capacidad erótica sensual-genital, el reconocimiento de su cuerpo, reflexionan sobre sus vínculos con los demás, su disposición a responder sexualmente, así como la deconstrucción de situaciones de violencia de género que las alejan de experiencias satisfactorias.

“Confiamos en que esta educación integral va a permitir a las personas cambiar su mirada sobre la sexualidad, apropiarse de su cuerpo, vivir y disfrutar su genitalidad sin miedo, vergüenza y culpa, y de esta manera conocer la gama de posibilidades, en lo personal y con la pareja, para acceder a la satisfacción y al placer”, nos dice la maestra Ena Niño.

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