«En México, hay una deuda histórica con las culturas africanas y los afrodescendientes»
Fuente: UNAM Global Ene 24, 2025
En México, 2,576,213 personas se identifican como afrodescendientes o afromexicanas, de acuerdo con el Censo del INEGI 2020. Esta comunidad está establecida principalmente en estados como Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Puebla, Guanajuato, Nuevo León y Michoacán. Sin embargo, durante más de 500 años estuvieron invisibilizados y carecieron de reconocimiento legal hasta que el 9 de agosto de 2019 se reconoció a esta población en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (artículo 2°).

A pesar de este avance, en nuestro país sigue existiendo una deuda histórica, ya que es necesario crear políticas públicas que mejoren la condición de vida de los afrodescendientes. Si bien ahora forman parte de programas sociales, es indispensable proporcionarles mayores herramientas para garantizar una mejor calidad de vida.
Ligeros avances, pero se necesita más
México participó, junto con otros 192 países, en el Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2015-2024) impulsado por la ONU. De acuerdo con el organismo, el objetivo de este periodo era que las personas afrodescendientes pudieran participar de manera igualitaria en la sociedad y gozar de sus derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos. Además, era necesario reconocer su identidad propia, proteger sus derechos, preservar su patrimonio cultural, combatir la discriminación y promover la igualdad de oportunidades.
Para la Dra. Mónica Velasco Molina, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y coordinadora del módulo Diáspora y movilidad transnacional africana del Diplomado en Estudios sobre África del PUEAA, la evaluación hacia nuestro país en esta materia se puede calificar como neutral. Aunque hubo avances al visibilizar y abordar los graves problemas de desigualdad y racismo mediante pláticas, conferencias, investigaciones y trabajos de campo, la situación en cuanto al respeto a sus derechos sociales no fue tan positiva.
En el aspecto positivo, la profesora señaló que en este decenio se visibilizaron los movimientos de lucha y reivindicación de los afrodescendiente en México. Por ejemplo, se identificaron organizaciones como la Red de Organizaciones de Pueblos Negros, constituida en 2009; la Red Afromexicana, establecida en Guerrero en 2011; y México Negro A.C., entre otras.
La visibilización de estos grupos contribuye en dos sentidos: “uno, en que reconocen su identidad étnica, las contribuciones culturales que han tenido y de dónde provienen, pero también refuerzan su sentido de pertenencia a nuestro país y su orgullo por establecerse aquí”.
Además, el pasado 30 de septiembre, en el Diario Oficial de la Federación (DOF) se publicó un decreto que reconoce a los pueblos y comunidades indígenas, incluyendo a los pueblos y comunidades afromexicanas, como sujetos de derecho público con personalidad jurídica y patrimonio propio, así como su identidad cultural. Este decreto pone especial atención en el reconocimiento de los derechos de niñas, niños, adolescentes y jóvenes indígenas y afromexicanos.
Una deuda pendiente
A pesar de los avances logrados, en la práctica aún queda un largo camino por recorrer. Para ilustrar la situación precaria que enfrentan las comunidades afrodescendientes en México, Velasco Molina citó datos de la Organización Panamericana de la Salud. Según estas cifras, aunque se han implementado reformas destinadas a garantizar los derechos de las personas afrodescendientes en América Latina, donde residen 134 millones de afrodescendientes (equivalentes al 21% de la población total de la región), los esfuerzos realizados hasta ahora resultan insuficientes.
- En Colombia, la tasa de mortalidad en las mujeres afrodescendientes es 1.8 veces mayor que la del resto de la población; en Brasil, es un 37% mayor.
- En Uruguay, el 42% de los afrodescendientes tiene acceso limitado al agua potable, casi el doble que los no afrodescendientes (24%).
- En Nicaragua, el 81% de los afrodescendientes tiene acceso escaso al agua.
En México, la situación no es diferente. Aunque las cifras podrían estar subestimadas, ya que muchas personas no se identifican como afrodescendientes debido al miedo a la discriminación y las escasas oportunidades, los datos dejan ver un rezago importante en sus derechos.
La Encuesta Nacional de Discriminación (ENADIS) 2022 reportó que:
- Una de cada 10 personas afrodescendientes ha sido detenida o interrogada por la policía sin motivo.
- Siete de cada 10 afrodescendientes se ubican en los estratos socioeconómicos más bajos del país, y tres de cada 10 viven en localidades rurales con menos de 15 mil habitantes.
Aunque no hay datos específicos sobre discriminación racial y étnica en los servicios de salud hacia la población afromexicana, esta se refleja en la falta de disponibilidad, la subvaloración de las personas y la estigmatización.
“Es una situación con claroscuros. Se han visibilizado estas comunidades y reflexionado sobre el racismo y la discriminación que enfrentan e incluso sus luchas han logrado modificar la Constitución, pero las políticas públicas siguen siendo insuficientes. Hay problemas de desigualdad, pobreza, acceso al agua y condiciones laborales precarias. Vamos rezagados, y es necesario trabajar en censos confiables para entender sus problemáticas y atender sus necesidades”, explicó la experta.
Su influencia en México
El último censo en donde se tiene registro de esta población es a finales del siglo XVIII, en donde se contabilizaron alrededor de 2 millones. Después de ello, con la construcción del Estado – nación los censos dejaron de representarlos y comenzó un proceso de invisibilización.
En consecuencia, durante mucho tiempo, la idea de que hubiera afroamericanos en México era impensable. Un trabajo pionero fue el del Dr. Gonzalo Aguirre Beltrán, con su obra La población negra de México. Sin embargo, fue a partir de la década de los 90s y principios del 2000, que comienzan a desarrollarse diversos trabajos de investigación que buscaron visibilizarlos.
Desde la independencia, la población afrodescendiente ha tenido un papel importante en México. Vicente Guerrero, segundo presidente del país, era afromexicano e indígena. Sin olvidar a José María Morelos Pavón, un mulato. También participaron en la Revolución Mexicana, apoyando al movimiento zapatista.
Su legado está presente en la danza y la gastronomía. La Danza de los Diablos, originaria de Oaxaca y Guerrero, tiene su raíz en un ritual dedicado al dios africano Ruja. El Son de Artesa es considerado la danza madre de las comunidades afromexicanas. En la cocina, ingredientes como el café, la jamaica y el plátano, y platillos como el mondongo, reflejan su influencia.
La Dra. Velasco Molina hizo un llamado a dejar atrás las visiones eurocéntricas y valorar la cultura africana y sus descendientes para dignificarlos y garantizar sus derechos humanos fundamentales.
“Es necesario cambiar la percepción que se tiene sobre las personas africanas y sus descendientes. África fue la cuna de la humanidad y deberíamos ser agradecidos con su población. El capitalismo no habría sido posible sin la mano de obra africana e indígena. Combatir y tratar de erradicar el racismo, nos permitirá reconocernos y aceptarnos con todas nuestras herencias. En México, se han dado pasos, pero necesitamos más esfuerzos y mejores políticas”, concluyó.
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