Este 30 de abril queremos recordarte que las niñeces tienen voz propia

Por Rut Ruiz y Vianey Mejía Jiménez (Coordinación para la Igualdad de Género en la UNAM)

Teóricas feministas han mencionado lo problemático del término “infancia”, mismo que viene del vocablo latino infans: “que no habla, incapaz de hablar”(1) y que pone a debate la autoridad epistémica de los y las niñas a la hora de contar sus experiencias, por ejemplo, cuando viven violencias.

En un mundo edadista y adultocéntrico, es común ver casos en los que jueces o juezas desestiman hechos de violencia hacia las niñeces por el simple hecho de “no haber articulado correctamente su testimonio de manera verbal”(2). Sin embargo, esto contraviene el principio del interés superior de la niñez, incorporado en 2011 en el artículo 4 de la Constitución Política Mexicana. Este principio es fundamental en la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Dicta que todas las instituciones (públicas y privadas), autoridades y personas deben tener en cuenta el bienestar y los derechos de las personas menores de edad en cualquier acción o toma de decisión. (3)

De acuerdo a la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), ratificada en México en 1990, las personas menores de 18 años son titulares plenas de derechos y los Estados firmantes tienen la obligación de garantizar su bienestar, desarrollo, protección y participación. Tratar en todo momento con dignidad a las niñeces es un compromiso ético, legal y social que les permite desarrollarse en entornos seguros y amorosos, fundamentales para su bienestar emocional, físico y mental. Escucharles previene la violencia, el abuso y la discriminación que afectan gravemente su vida, presente y futura.

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