La autora de Oficio de tinieblas no termina de escribirse
«“No doy por vivido sino lo redactado”»
A 100 años de su natalicio
Fuente: Gaceta UNAM May 22, 2025
Por: Alejandra del Castillo / Dirección General de Divulgación de las Humanidades
A 100 años de su natalicio, Rosario Castellanos no termina de escribirse. “Es una escritora imprescindible para entender bien a bien el papel de la mujer en la cultura escrita en el México del siglo XX”, explicó Laurette Godinas, investigadora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM.
Apenas en enero de este año, Gabriel Guerra, su hijo, abrió unas cajas con el archivo personal de su madre para permitir la continuidad de sus letras y retomar las palabras que ella misma decía: “No doy por vivido sino lo redactado”.
De Rosario Castellanos, lo redactado son también los textos que aparecen ahora a la vista para leer y descubrir el camino que han andado.
Laura Cabrera, encargada de custodiar el archivo de Castellanos en la oficina de Gabriel Guerra, se acercó a los estudiosos de Rosario ese día presentes y les alcanzó un mecanograma de tres páginas. “Miren lo que está aquí”, les dijo.
El documento dejó deslumbrada a Laurette que, como la castellanista de la Biblioteca Nacional, puso primero atención en el título: “Lecciones de cosas”, el cual correspondía a un poema incluido en En la tierra de en medio, publicado en 1972. Pero el texto siguiente al encabezado no correspondía a la poesía que conocía la investigadora. Aquel era un escrito en prosa donde habla Rosario, la madre de Gabriel, de tres años.
Es verano y la noche tarda tanto en caer que la luna se atreve a asomarse cuando el sol no acaba aún de ponerse. Gabriel, que no conocía el cielo nocturno, grita ante la aparición de un astro cuya hermosura lo pasma hasta que yo destilo en su oreja las dos sílabas –lu-na– que le permitirán sentirse dueño de esta celeste, brillante y remota creatura.
Laurette terminó de leer y se preguntó: “¿Qué es? ¿Es un inédito? ¿No es un inédito?”, y ahí comenzó el trabajo que hace en filología y la labor por reconocer el génesis del texto.
Transcribió las letras de Rosario y comenzó con la revisión bibliográfica. En el libro: ¡Ay vida, no me mereces!, de Elena Poniatowska, encontró citado parte del pasaje y señaló: “Ya está, sí se publicó”. Miró la fecha de referencia de la publicación y la tinta señalaba 28 de agosto de 1973.
Como toda investigadora interesada en la ensayística de Rosario Castellanos, acudió a la imprescindible compilación de Andrea H. Reyes titulada: Mujer de palabras, que reunió en tres volúmenes todos sus ensayos. Ahí también, la fecha de publicación marcaba el 28 de agosto de 1973.
Pero Laurette, obsesionada con la pieza y las cosas que conoce de Castellanos, sabía que el detalle de la máquina de escribir que había utilizado Rosario no era de esa época; tal vez, entonces, podría ser de sus textos primarios. La suposición la llevó hasta la Hemeroteca Nacional de México a hurgar entre los viejos números del Excélsior, periódico en el que Rosario publicaba en las páginas editoriales. Aquello se había convertido en un reto de investigación.
Laurette quería encontrar las palabras exactas de Rosario:
De pronto las pupilas de Gabriel se contraen de extrañeza, se dilatan de alarma, se anegan en lágrimas de desconsuelo: la luna ha desaparecido tras un nubarrón obscuro.
Fue al 28 de agosto de 1973 y: “Nada de Rosario”.
Y aunque aquello era una decepción, decidió revisar el tomo que tenía frente a ella. Finalmente, para emoción de la investigadora, encuentra que el texto apareció el lunes 20 de agosto de ese año.
Yo sé que ahora, por primera vez, la conciencia de Gabriel ha sido herida por el descubrimiento de la muerte.
Lo que Godinas resuelve es que aquel texto del mecanograma “lo tenía como en su reserva” y la publicación final en Excélsior se compone de dos escritos a su vez: la primera parte, que narra cuando Rosario va a llevar a Gabriel al aeropuerto de Lod, en Tel Aviv, para que visite a su padre en el verano y la segunda parte, cuando el pequeño Gabriel conoce por primera vez el sentimiento de la pérdida con la luna. A ambos documentos los une, por supuesto, la idea del vacío que dejan las personas y las cosas al desaparecer.
La historia del aeropuerto está escrita “con una narración mucho más anecdótica, como lo son a menudo las columnas que escribe desde Israel sobre la parte doméstica”, explicó la investigadora.
Buscar en las letras de Rosario es como encontrarla por primera vez, recorrer sus pasos, sacar conclusiones y hacer conjeturas, cada texto redactado por ella es una aventura.
Godinas recomendó que si nunca se ha leído a Castellanos, se podría empezar por La rueda del hambriento y otros cuentos, una selección hecha por Socorro Venegas, directora general de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, y Andrea Fuentes, especialista en la autora.
A 100 años de su nacimiento, es un buen momento para empezar a leerla, “una escritora muy valiosa que se fue demasiado rápido”, concluyó Godinas.

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