Más de 10 millones de mexicanas fueron víctimas de acoso en línea en 2023: INEGI
«Internet feminista contra las agresiones digitales»
Fuente: Gaceta UNAM Mar 6, 2025
Atender este tema requiere visibilizar, problematizar y, en especial, comprender su materialidad, es decir, entender de qué forma atraviesa el cuerpo de las mujeres
Por: Ilse Valencia
El avance tecnológico trae consigo nuevas herramientas que las mujeres emplean para aprender, trabajar, interactuar, comunicar y protestar; pero también se han convertido en una extensión de esa violencia machista, sexista y misógina, tan extendida en el país.
Según el Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) 2023, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 10.3 millones de mexicanas de 12 años o más fueron víctimas de acoso en línea. Por ello, es preciso contar con instrumentos para prevenir la violencia digital, saber actuar frente a ella y apoyar a quien la experimenta.
Al respecto, en la colectiva ciber y transfeminista Luchadoras han hecho una amplia labor. “Nuestro objetivo es ser un espacio amigable, de cuidado, gozo, juego y aprendizaje donde se pueda cuestionar, pensar y construir una internet feminista y disidente para habitar esos lugares de manera digna, libre y sin miedo”, compartió Ixchel García, responsable de investigación en dicho proyecto.
Por su parte, Luz María Garay Cruz, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM y de la Universidad Pedagógica Nacional, expuso que atender este tema requiere visibilizar, problematizar y, en especial, comprender su materialidad, es decir, entender de qué forma atraviesa el cuerpo de las mujeres.
Identificar y nombrar
La violencia digital, conocida también como “en línea” o “cibernética”, es un término construido recientemente para identificar prácticas ocurridas en ese ámbito y que reproducen las que suceden a nivel estructural y físico.
La académica de la FCPyS refirió que dichas violencias son todas aquellas acciones que afectan a las mujeres y las llevan a un espacio de humillación, sumisión y vergüenza sólo por su condición de género. “Más allá de definirla o tipificarla, lo importante es comprender que se trata de algo real para entender su impacto. Lo digital permite una reproducción y viralidad de los ataques y esto tiene consecuencias en el cuerpo”.
Luz María Garay detalló que quienes la han padecido relatan haber presentado náuseas, dolor de cabeza, ataques de ansiedad, depresión e incluso algunas se cambiaron de casa, turno escolar y, en casos extremos (en especial jóvenes y adolescentes), atentaron contra su vida.
En 2012 surgió Luchadoras, proyecto en el que plantearon un programa televisivo en la web, enfocado en noticias sobre mujeres. Con el tiempo se impulsaron nuevas ideas.
“Nos nombramos como una colectiva ciberfeminista y transfeminista que habita lo digital y lo físico. Mediante dos programas (mediactivismo e internet feminista) organizamos talleres, campañas, difundimos información, generamos contranarrativas y hacemos incidencia con las plataformas”, explicó Ixchel García.
De esa forma han hecho frente a diversas problemáticas, entre ellas la violencia digital. En 2017, junto a SocialTIC y la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones, elaboraron una tipología para identificarla y nombrarla, que puede dividirse en 13 categorías:
- Acceso o control no autorizado.
- Monitoreo y rastreo.
- Control y manipulación de la información.
- Suplantación y robo de identidad.
- Expresiones discriminatorias.
- Acoso.
- Amenazas.
- Desprestigio.
- Extorsión.
- Difusión de información personal o íntima.
- Abuso sexual relacionado con la tecnología.
- Afectaciones en los canales de expresión.
- Omisiones por parte de actores con poder regulatorio.
Con base en información del MOCIBA 2023, en México 18.4 millones de personas usuarias de internet, mayores de 12 años, fueron víctimas de ciberacoso. De ese total, 10.3 millones eran mujeres. Entre los grupos de edad de 12 a 19 años y de 20 a 29 se registró una alta prevalencia.
En comparación con los hombres, más mujeres vivieron situaciones como recibir contenido, insinuaciones o propuestas sexuales. Con mayor frecuencia ellas experimentaron el rastreo de sus cuentas o sitios web, llamadas ofensivas, publicación o venta de imágenes o videos de contenido sexual y amenazas sobre dar a conocer información personal, audios o videos para extorsionar.
“Cualquiera puede sufrir, por ejemplo, suplantación de identidad. Sin embargo, datos como los de MOCIBA muestran una marcada violencia machista, misógina y sexual contra nosotras”, expresó Luz María Garay.
Por ello se requieren herramientas de prevención y atención. En 2020 Luchadoras creó la Línea de Apoyo (LA) contra la violencia digital, que considera una metodología integral de acompañamiento transfeminista desde la parte técnica, psicoemocional, legal y de contención.
“Se pensó mucho en ser como una amiga que te escucha. Esta labor es muy demandante, pues somos un grupo pequeño y se requiere una presencia humana y no automatizada”, señaló Ixchel García.
Desde el comienzo de esta iniciativa se han realizado investigación e informes públicos. En el primero, de 2021, documentan que las principales agresiones detectadas tenían que ver con amenazas o difusión de contenido íntimo sin consentimiento, e identificaron que los agresores, cuando las víctimas los conocían, eran principalmente sus exparejas.
“En el más reciente, de 2024, se observa que aunque ésas siguen siendo las más recurrentes, también han crecido las que son por parte de grupos organizados para desprestigiar a una mujer o disidencia, la desinformación y los discursos de odio,” indicó la activista.
El ciberacoso se refiere a aquellas acciones que las afectan y las llevan a un espacio de humillación y vergüenza sólo por su condición de género
Prevenir y dar atención
A partir de investigar y trabajar para un proyecto actual de prevención de violencia digital en universitarias, Luz María Garay encontró que una de las cosas que más le reportaban las jóvenes es que, al hablar de sus vivencias, nadie les creía y las desestimaban bajo el argumento de que todo fue en internet y que “no es real, no te pegó, agredió o te tocó”.
Esto es señal de que aún hace falta problematizar y comprender el asunto. “Por fortuna, cada vez hay más organizaciones preocupadas por colocar este tema en la discusión pública y visibilizarlo, lo cual es crucial porque ocupan espacios que, por distintas razones, las instituciones de gobierno y universidades no cubren por no darse abasto”.
García enfatizó que de entre los aprendizajes obtenidos a partir de la puesta en marcha de la LA están tener una mirada crítica respecto a la estructura de las legislaciones, las palabras y conceptos utilizados (como desnudez, pornografía o consentimiento).
“Si no se plantean desde un lugar no abolicionista ni con una perspectiva amplia sobre la autonomía y la agencia de las personas, todo resulta engañoso y puede hacernos pensar que estamos protegidas”.
La profesora y la colectiva coincidieron en que es fundamental que las mujeres se reapropien de esos espacios. “La información y comunicación son derechos humanos. Para ejercerlos hay que desarrollar habilidades digitales en tres niveles: instrumental (aprender a utilizar la tecnología); cognitivo-crítico (comprender mejor la información e identificar sesgos de género, discursos de odio y si se está recibiendo violencia), y digital-comunicativo (conocer los lenguajes y producir contenidos propios)”, propuso Garay.
Autocuidado en la red
Luchadoras busca generar incidencia mediante el diálogo con diversas plataformas –sobre todo sociodigitales– acerca de las necesidades existentes, las normas comunitarias injustas y las mejoras que deberían instrumentarse en protocolos, y a través del contenido que crean y publican sobre autocuidados, mismos que consideran como un menú del que, cada quien, de forma libre y autónoma, elige qué tomar.
Algunos de sus consejos son:
- Tener contraseñas seguras y que no se repitan en aparatos tecnológicos y cuentas.
- Combinar caracteres, mayúsculas, minúsculas y números.
- No aceptar todas las cookies de las páginas a las que se ingresa.
- Revisar y rechazar las que no te parezcan.
- Usar plataformas alternativas o de cifrado.
- Poner perfiles privados si lo deseas.
- Revisar cómo funcionan las normas comunitarias de plataformas.
- Bloquear rastreadores.
“Lo que hacemos en Luchadoras es parte de esta idea de hackear esos sistemas y el internet como lo conocemos, para destruirlo, reimaginarlo y hacerlo más digno y gozoso para todes”, apuntó Ixchel García.
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