En la edición 2024 de la Beca Educando para la Igualdad, las experiencias, voces, historias de vida de 38 estudiantes y egresadas, de licenciatura y posgrado, se sumaron al trabajo transformador de la CIGU. Estuvo acompañada del Seminario de Formación en Género a fin de tener un piso común en las líneas de trabajo de la Coordinación. El 20 de noviembre se llevó a cabo la sesión final en la que el becariado compartió sus experiencias de ocho meses del programa.
Aprendizaje colectivo
Liz, becaria de la Dirección de Educación para la Igualdad, expresó su gratitud:
“Me encantó interactuar con todas las becarias, escuchar sus experiencias y reconocer el trabajo de otras áreas de la Coordinación. Aprendí a valorar la diversidad de nuestra comunidad universitaria y a integrar desde mi lugar las perspectivas de estudiantes, profesorado y personal administrativo. Estoy agradecida por este espacio tan importante para seguir avanzando en temas de igualdad de género en la Universidad”.
Por su parte, Andrea, trabajadora social, reflexiona sobre el impacto de la actividad de cierre:
“Recuperar las experiencias de todas las equipas fue maravilloso. Nos permitió visualizar el trabajo de la CIGU desde una perspectiva más amplia. Mi contribución, a través de talleres y cursos, se enfocó en llevar una mirada inclusiva al funcionariado y personal administrativo sobre el estudiantado y las colectivas feministas, para mostrar cómo la perspectiva de género puede transformar dinámicas institucionales”.
Contribuciones
Naomi, psicóloga, comparte su historia:
“Me sorprendió darme cuenta de que, aunque laboramos desde distintas áreas, nuestras acciones estaban conectadas. El trabajo colaborativo es clave para lograr una Universidad más igualitaria. Este espacio me permitió descubrir mis capacidades y sentirme capaz de aportar aún más en el futuro”.
En una línea similar, Valeria, arquitecta y becaria de la Unidad de Análisis y Diagnósticos, destaca:
“En la CIGU confluyen luchas y activismos en común. Este encuentro de saberes y sentires nos demuestra que podemos construir nuevos conocimientos y caminos laborales desde nuestras experiencias. Mi visión de la universidad ideal es un espacio donde podamos ser quienes somos y libres de violencia”.
Impacto
Sofía, estudiante de Relaciones Internacionales, señala:
“Ver cómo las mujeres reúnen sus historias y trabajo colaborativo para aportar a la Universidad fue inspirador. A partir de mis vivencias como estudiante pude contribuir con ideas que se integraron en un esfuerzo comunitario más grande”.
Por otro lado, Cecilia, comunicóloga, relata cómo este programa transformó su perspectiva:
“El becariado no sólo amplió mi conocimiento sobre temas de género, sino que me inspiró a enfocar mi carrera hacia este ámbito. Me conmovió profundamente el apoyo y la conexión entre todas las compañeras. Fue una experiencia que cambió mi vida”.
El futuro
En su oportunidad, Lilia, socióloga y colaboradora en el programa de Personas Orientadoras Comunitarias, compartió una poderosa metáfora:
“La información es poder, pero también responsabilidad. La CIGU nos dio herramientas sólidas para construir espacios seguros, como columnas de acero que sostienen una comunidad más igualitaria. Mi universidad ideal es un lugar donde todas las personas puedan ser ellas mismas, libres de prejuicios”.
AB y Gabriel, del Programa Integral de Trabajo con Hombres, reflexionaron sobre su aportación:
“Logré cuestionar el binarismo de género y visibilizar otras experiencias”.
“Este programa tiene un enorme potencial para seguir fomentando la reflexión y los cuidados desde una perspectiva de género. Durante este tiempo espero haber sembrado dudas o ideas que impulsen cambios futuros”.
Denisse, del proyecto editorial, resume el impacto colectivo:
“Ver todo lo que hemos hecho juntas fue muy enriquecedor. Este programa es joven, pero tiene una incidencia significativa y un futuro prometedor”.
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