«Traumatización Vicaria»
Investigado y elaborado por: Mtra. María Guadalupe Reynoso Rocha.
Fuente: Gaceta Fac. Psicología | Pag. 18
Las/os psicólogas/os que brindan atención a víctimas y sobrevivientes de violencia están expuestos a sufrir traumatización vicaria, movilización de sus experiencias de violencia y el síndrome de burnout. Es fundamental comprender estas condiciones y sus efectos en la salud para desarrollar programas de autocuidado que protejan a estas/os profesionales y garanticen una atención oportuna de calidad, con ética y conocimientos basados en evidencia.
Atender a víctimas de violencia implica lidiar con historias de trauma que afectan emocionalmente a las/os profesionales, quienes a menudo se convierten en testigos indirectos de tragedias y sufrimientos profundos. Aunque la traumatización vicaria, no es una patología psiquiátrica, si es una alteración que puede llevar al aislamiento y al bloqueo emocional, ya que la confidencialidad impide la expresión abierta de los propios sentimientos. En la dinámica de esta práctica profesional, se enfrentan constantes y profundos estados de tensión, por el contacto constante con las historias de violencia, la frustración al observar sistemas que estigmatizan y revictimizan, y algunos servicios que entorpecen o retroceden el proceso de ayuda. Así como, constatar la falta de recursos y otras condiciones por las que no se concreta una atención apropiada, además de que en múltiples casos las víctimas abandonan el tratamiento y no logran romper el ciclo de violencia. También existen fuentes de tensión internas, como sus propias creencias, actitudes, valores, su vulnerabilidad ante la violencia al temer que algo similar les ocurra a ellos o a sus seres queridos y sus experiencias pasadas en las que se reconoce como víctima o sobreviviente que necesita de ayuda. Y sentir culpa e impotencia por considerar que no están haciendo lo necesario y suficiente durante la atención que se proporciona a las víctimas (Ojeda Parra, 2006).
Los síntomas de la traumatización vicaria se deben a la fuerte carga traumática ocasionada por la reiterada confrontación con la violencia, el abuso y el dolor humano, como en el caso de la violencia intrafamiliar, combinada con la empatía que el psicólogo siente hacia la persona y con sus propias experiencias dolorosas aún no integradas en su vida. Esto puede llevar a un estado continuo de alerta, miedo y vigilancia, con agotamiento de sus capacidades adaptativas, problemas de ansiedad, depresión y deterioro en las relaciones personales y laborales. Se pueden padecer pesadillas, sueños y recuerdos recurrentes e intrusivos; ante cualquier estímulo que simbolicen o recuerden el episodio traumático, generando malestar psicológico, sensación de embotamiento, desesperanza, insatisfacción, falta de interés, sentimientos de desapego, bajo desempeño laboral y respuestas de tipo fisiológico (Ojeda Parra, 2006).
Por lo tanto, es crucial implementar, programas de autocuidado y apoyo psicológico, con medidas preventivas que protejan y recuperen el estado de bienestar general de los profesionales de la salud, para así, brindar una atención oportuna y de calidad, con intervenciones basadas en la evidencia. Aunque la traumatización vicaria y el burnout, no se presentan en todos los profesionales que atienden a víctimas de violencia, estas afecciones suelen ser poco visibilizadas y reconocidas, por lo que la salud integral de los psicólogos puede agravarse si los síntomas no se identifican y tratan apropiada y oportunamente. Bajo estas condiciones existe el riesgo de tomar decisiones inadecuadas, emitir un mal diagnóstico, sugerir un tratamiento poco adecuado, etc. y también se tendrán serias dificultades para lograr la empatía necesaria para ofrecer un servicio efectivo y de calidad.
El autocuidado implica el desarrollo integral de las dimensiones emocionales, físicas, sociales, cognoscitivas, estéticas, intelectuales y trascendentales. En el contexto de la atención a víctimas de violencia, el autocuidado es vital para mantener la salud, facilitar el empoderamiento de los profesionales, conscientes de la importancia de adoptar hábitos saludables, trabajo en equipo, gestión del tiempo y actividades recreativas, poner límites en pro de fomentar relaciones interpersonales más saludables y enriquecer la atención que se brinda a las victimas (Ojeda Parra, 2006).
Referencia Ojeda Parra, T. (2006). El autocuidado del personal que atiende sobrevivientes de violencia sexual. Formación de recursos humanos. Revista Peruana de Ginecología y Obstetricia. 52(1): 21-27. http://51.222.106.123/index.php/RPGO/article/view/347/319
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