Fuente: Gaceta UNAM

Por: María Eugenia Sevilla

En Casa del Lago, Tercer Encuentro Iberoamericano de Mujeres en la Industria Musical

Los jardines de Casa del Lago fueron escenario de una jornada en la que la voz y el talento musical de las mujeres sonaron con acentos de cumbia y ritmos varios. Era 25 de mayo –Día de África– y ahí tuvo lugar El viaje afrodescendiente, musical y gastronómico entre México y Colombia, actividad del Tercer Encuentro Iberoamericano de Mujeres en la Industria Musical.

“Este evento nace a raíz de una serie de situaciones que nos planteamos un grupo de productoras y gestoras culturales en torno a cómo funciona la industria musical, por qué no vemos a tantas mujeres en los line-ups (programas), o por qué la mayoría son bandas de hombres o siempre son los mismos headliners (estelares). Incluso la necesidad de tener una mejor profesionalización”, dijo Marcela Herrera, quien con la gestora Sonia Avilés creó este encuentro.

“Lo que queremos es dar visibilidad al trabajo de ellas, pues de otra manera las cosas van a seguir igual. Es atacar desde la raíz para que esto cambie”, subrayó. La problemática se agudiza cuando de mujeres afrodescendientes se trata, pues la racialización cala todavía profundo en los escenarios y detrás de ellos, asegura.

Es a través de esta lente que la jornada se desplegó en charlas, talleres y, por la tarde, un programa musical con artistas de Colombia y México: aquí se habló de los lazos que ambos países comparten desde el siglo XIX.

Sonia Avilés destacó la importancia que históricamente tiene el estado de Veracruz en el aporte a la música de raíz afrodescendiente, y que encuentra estrechas conexiones con el país sudamericano, lo mismo que la gastronomía, en la que se comparten ingredientes clave como el maíz y el plátano, “cada una con sus particularidades”.

Es una historia cultural que no puede comprenderse sin el esclavismo y las migraciones que fueron motor de aquella pujante e inhumana industria transoceánica. Las comunidades que llegaron a América conservaron rasgos identitarios como los ritmos y formas melódicas, además de la cocina y la danza, vehículos de resistencia y memoria y una forma virtuosa de rebeldía y de presencia, como se explicó en la mesa El aporte sonoro y gastronómico de los pueblos afrodescendientes de México y Colombia en la industria musical, con la presencia de representantes de Tintico Pura Gozadera; Valeria Angla, de Afrochingonas; y de la socióloga y gestora colombiana Estefanía Villa, del Totona Power Fest.

La visibilización de las mujeres racializadas fue el tópico de la charla Los otros feminismos (indígenas, afrodescendientes, migrantes del mundo): la interseccionalidad del movimiento ¿cubre las necesidades de todxs?, presentada por Rustik Lab, en la que se abordó el gran pendiente de conocer la situación de aquellas afrodescendientes que trabajan en la industria musical, que hablan una lengua autóctona y que viven fuera de sus territorios de origen.

Boom latinoamericano

En el presente, comentó Herrera, la música latinoamericana vuelve a vivir un boom en diversas latitudes del planeta. “Y siempre que hay un boom, Colombia está ahí: es un país sobresaliente, de una calidad y cantidad musical muy vasta, con la que tenemos mucho contacto y una hermandad muy fuerte. México, a su vez, es muy importante en el mapa para quienes hacen música; significa el lugar en el que, si triunfaste ahí, ya lo hiciste en el mundo”.

No sólo ritmos como el reguetón o la bachata acaparan las listas de popularidad en la escena indie, la cumbia, con fusiones diversas, es uno de los ritmos más potentes e influyentes. Así, en este encuentro se pudieron escuchar artistas como la sonidera mexicana Joyce Musicolor, quien ha trabajado en este género en ambos países, a través de talleres y presentaciones en las que regularmente toca un set, en vinilos, de artistas colombianos cumbieros y salseros de los años 60 y 70 del siglo pasado y de sonidos contemporáneos.

Con La Santa Diabla, también de México, Joyce Musicolor participó por la mañana en otra charla, La llama de la cumbia, en torno al vínculo fraterno y evolutivo que ha alimentado este género entre países de América, y la manera en que el movimiento sonidero encontró tierra fértil en este país para gestar una escena hoy efervescente.

La gastronomía también estuvo presente en aromáticas arepas con chorizo, tamales tolimenses del Pacífico, carne mechada a la criolla con papas y arroz, y agua de panela (piloncillo), que es típica de Colombia.

Además, se abrió una rueda de negocios para impulsar proyectos de mujeres, dentro de la cual se realizan showcases, para darlos a conocer a los programadores y productores visitantes, algunos de ellos invitados de otros países con el apoyo de la beca de Ibermúsicas.