Fuente: Gaceta UNAM

Por: Fabiola Méndez

Apuesta a que los jóvenes se expresen, disfruten e interpreten la música mientras se desplazan en una alberca

¿Qué obtenemos de mezclar ballet acuático, gimnasia y baile recreativo? Una nueva modalidad deportiva llamada nadanza, que desde 2015 se enseña en la alberca de Ciudad Universitaria.

A decir de la directora del equipo representativo de natación artística de la Universidad, Consuelo Velázquez, quienes la practican son verdaderas “bailarinas del agua”, nadarinas o nadarines, y estos jóvenes le están abriendo campo a un método de enseñanza que apuesta más a expresarse, disfrutar e interpretar la música mientras se desplazan en una alberca, que a ser una actividad de alto rendimiento”.

Se busca un nuevo enfoque, más formativo y recreativo, “con el que nuestros universitarios, además de nadar, aprendan a hacerlo con sentido armónico a fin de generar una rutina acuática disfrutable”, agrega la también presidenta de la Asociación de Natación puma.

No es secreto que las actividades deportivas de alberca son muy populares entre niños y jóvenes, y en la UNAM la natación y el polo acuático tienen una tradición que se remonta hasta poco antes de la década de los 50. La entrenadora Consuelo Velázquez confía en que, en poco tiempo, la nadanza consiga el mismo arraigo.

Fotos: Francisco Parra.

Al aprender esta disciplina se optimizan las técnicas del ballet acuático y es posible subir de nivel (estos avances pueden certificarse ante la Federación Mexicana de Natación) o incluso adquirir las habilidades necesarias para convertirse en entrenador o juez.

A decir de Consuelo Velázquez, la natación artística es una disciplina tan demandante que los jóvenes con frecuencia la abandonan ante la imposibilidad de compaginar este deporte con sus estudios. Para evitar esto, la nadanza busca mantener la calidad de los entrenamientos sin sacrificar tiempo de aulas.

Una de las nadarinas es Nitzhui Ponce Álvarez, de la carrera de Diseño y Comunicación Visual de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, quien a los nueve años incursionó en el nado sincronizado por no encontrar lugar en el equipo de natación. “Desde entonces para mí esa modalidad ha sido una forma de expresarme y eliminar el estrés: nadar, sentir la música, que te vean, todo eso es muy importante”.

A los 15 años probó el polo acuático, aunque lo suyo era ser nadarina. Hoy es parte del equipo representativo y una de las principales exponentes de la disciplina, la cual combina con sus cursos en el Sistema de Universidad Abierta de la UNAM. “Mezclar deporte y estudio siempre es complicado porque debes encontrar el equilibrio entre ambos, sin descuidar ninguno”, afirmó.

La universitaria ganó dos medallas de oro en diciembre de 2022 en campeonatos nacionales representando a la Universidad de manera individual. Con este equipo ha participado en campeonatos panamericanos y centroamericanos. “La UNAM me ha dado muchísimas cosas buenas y fue un gusto poder regresarle algo”.

Su próximo objetivo es clasificar a la Olimpiada Nacional 2023, y como entrenadora le gustaría inspirar a jóvenes y niños “para que tengan la oportunidad de competir y disfrutar el deporte; eso es importante para el futuro de México”.

Actualmente, Nitzhui es parte de una nueva generación de entrenadores y ya trabaja para formar nadarinas y nadarines.

“Es una disciplina hecha para el disfrute de todos: quienes la ven, la hacen y la conciben. Es bueno que haya personas preparándose para instruir a más en nadanza, es una riqueza que no podemos perder”, finalizó Consuelo Velázquez.