Por Pamela Lalama Quinteros (FCPyS)

La justicia no es únicamente sanción. La justicia debe ser pedagógica y transformadora. Debe ser efectiva y real en la no repetición de los hechos, sostuvo Sayuri Herrera, coordinadora general de Investigación de Delitos de Género y Atención a Víctimas de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México.  

La primera fiscal formada en feminicidio en la Ciudad de México añadió que preguntarse por la justicia es un acto recurrente que interpela a quienes la ejercen y la procuran desde instancias de poder. Sin embargo, la justicia no significa lo mismo si se piensa en las familias que la piden. Por ello, se debe buscar un reconocimiento de los hechos, un esclarecimiento de las situaciones en las que nos vemos envueltas y por las que se demerita nuestra memoria.

La justicia significa muchas cosas dependiendo de los contextos. La justicia punitiva, que se ejerce desde el Estado, puede que no repare el daño. Lo que importa preguntarse es cómo hacemos que esto deje de pasar para que deje de doler, sostuvo Sayak Valencia, activista queer y profesora investigadora del Departamento de Estudios Culturales del Colegio de la Frontera Norte. Propuso volver la mirada hacia experiencias comunitarias, como las que suceden en las comunidades indígenas de Ecuador, que mediante asambleas colectivas buscan justicia. No es suficiente que los agresores estén en la cárcel, sino que es necesario enfocarse en cómo cuidar, cómo proteger, cómo construir una ciudadanía, enfatizó. 

Lydiette Carrión Rivera, periodista e investigadora independiente, por su parte, recordó que desde los medios de comunicación existe una deuda en cómo se presenta la violencia hacia la mujer y cómo se manifiesta los actos de justicia, porque se tiende a la espectacularización. Además, señaló que “esta violencia que vemos, padecemos, tenemos que entenderla desde su origen, desde estructuras más profundas y ver que son producto de la desigualdad económica, social y cultural”.   

Estas reflexiones ocurrieron en el marco del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. La Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM organizó la conversatoria “El derecho a una vida libre de violencia: El camino arduo hacia la justicia feminista”. Tamara Martínez, titular de la Coordinación, afirmó que hoy nos encontramos en plena lucha universitaria, nacional y mundial por terminar la violencia contra las mujeres.

No obstante, existen obstáculos que todavía persisten para poder atender esta problemática de manera estructural. Para Sayak Valencia, los obstáculos son en primer lugar materiales. “Soy una marxista. Mientras no tengamos justicia social y económica, esto va a ser muy complicado porque tratamos a las personas como mercancía”, sostuvo. Otro de los obstáculos es cómo se representan las violencias. “Estamos en un proceso de hipermediación. Tiene más sentido lo que vemos representado y no lo que vemos en la realidad. Existe una mirada patriarcal sobre la violencia: notas rojas. Incluso representamos de manera pornográfica la violencia contra las mujeres”, afirmó. Existe una desconexión de lo que vemos con la realidad y pensamos que no nos sucederá a nosotras hasta que nos sucede”. Hay que darle la vuelta a la representación, de cómo la estamos acompañando, enfatizó. 

En este tenor, Lydiette Carrión coincidió con Sayak y recordó que las representaciones del feminicidio se construyen a partir de la espectacularización y la reificación, es decir, las mujeres se vuelven objeto que no tienen libertad de elección. En la Biblia es narrado el primer feminicidio, por ejemplo. La hija de Jefté es sacrificada por su padre para ganar la guerra. Las brujas eran cazadas por la iglesia por estar fuera de la norma, sostuvo. 

Rol de la Academia 

Frente a los obstáculos y la problemática de la violencia contra las mujeres, las universidades cumplen un rol decisivo. Son los laboratorios y el núcleo del pensamiento, señaló la periodista independiente. Para vivir libres de violencia, necesitamos construir una sociedad de paz con justicia y dignidad. No una paz pasiva, sino una que aspire a un desarrollo pleno y feliz de todas las personas” añadió.

Sayuri Herrera, por su parte, enfatizó en la importancia de garantizar la paridad de género como un mínimo básico. Para ello, es necesario contar con protocolos en las universidades, en los sindicatos y se debe buscar la transversalización de la perspectiva de género. 

Conocer historias diferentes, desde la historia, la política, desde diferentes perspectivas que no sea sólo la occidental es el camino que propone Sayak Valencia para construir una cultura de paz social. De ahí que los diálogos intergeneracionales se conviertan en una alternativa para pensar de manera diferente la universidad y buscar la innovación. Nuestras sociedades pueden cambiar de perspectiva y la universidad tiene la capacidad de transformar, enfatizó.  

Vuelve a la conservatoria aquí.