Fuente: Gaceta UNAM

La ficha de identificación de su denuncia se convierte en su herramienta de trabajo, en un elemento de su vida cotidiana

Cuando Yinhue Marcelino Sandoval escuchó las palabras de esta madre se le erizó la piel: No me puedo enfermar porque, entonces, ¿quién va a buscar a mi hija? “Entiendo lo que dice, me parece una sobreexigencia a su propia vida, pero tiene razón”. Aquí hay una situación de mucho dolor, de mucha fuerza y de mucho autoempuje, “las madres sacan fuerzas de no sabes dónde, de escuchar a las otras”.

La desaparición de sus hijas está en su pensamiento y en su corazón en todo momento, recuerda. “La ficha de identificación de su denuncia se convierte en su herramienta de trabajo, se convierte en un elemento de su vida cotidiana, porque a cualquier actividad que van la llevan, llevan el rostro, llevan la playera, llevan algo para denunciar y para exigir que les regresen a sus hijas y que las autoridades hagan su trabajo”.

La doctora en Psicología trabaja con el colectivo de madres que buscan a sus hijas e hijos Regresando a casa Morelos desde 2020. Colabora con ellas desde su primer año de estancia posdoctoral en el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, “trabajo hasta donde ellas me han permitido y en las actividades que me han sugerido que yo haga: desde tomar algunas notas, acompañarlas a los talleres que ellas han tomado. He sido partícipe de todas las actividades en las que están”. Hay cosas que no comprende, y las madres le explican, “están muy preparadas en los temas de antropología forense. Les pregunto dudas concretas sobre las búsquedas en campo, lo que tienen que mapear o poner las señas, cribar la tierra, cosas que van surgiendo y que yo desconocía”.

El colectivo se reúne una vez por semana, estos encuentros “me parecen medulares en el trabajo de personas que tienen un familiar desaparecido, que estén acuerpadas, que estén organizadas en un colectivo, que puedan ellas sentir este confort, este apapacho que lo necesitan día a día”.

Entiendo su dolor, acota en entrevista con Gaceta UNAM, “entiendo que se sienten tristes, se sienten decaídas, a veces no quieren asistir a las reuniones, pero también comprendo esta otra parte importante de pensar y problematizar desde sus propias experiencias y desde sus propias historias el problema de la desaparición de personas”. Y se cuestionan: “veamos por qué, quién se los está llevando, para qué quieren a las chicas, para qué quieren a los chicos y en qué zonas. Eso es lo que hicimos últimamente, ¿en qué zonas de Cuautla están encontrando a las personas, a los cuerpos? Esas preguntas que pueden ser disparadoras para pensar la problemática y cómo la viven, cómo la piensan, qué piensan ellas de las autoridades, qué piensan de cierta nota que escuchamos o de las comisiones estatales de búsqueda, qué piensan sobre algo, qué organizaciones participaron, qué dijeron las autoridades, la pretensión de las organizaciones, qué quieren de ellas. Son preguntas que quedan ahí en la mesa, quedan y se discuten”.

Agrega que el amor les ayuda a no rendirse, a estar, son mujeres súper potentes. “Uno va caminando junto a ellas. He aprendido mucho en este tiempo que llevo y les agradezco porque me han recibido con toda la confianza, y me han abierto sus corazones y así estamos nosotras trabajando, si quieren hacer algo vemos si puedo apoyarlas en alguna cosa concreta, escribirles algo o buscarles alguna información particular. Una cosa que también se empezó a hacer, eso me parece muy importante para los colectivos, es que sean ellas quienes manejen los datos de sus informaciones”.

Precisa que hay una desconfianza tácita hacia las autoridades, no han sido sensibles cuando ellas acuden a hacer sus denuncias. “Hay todo un proceso de revictimización hacia ellas, hay una desconfianza porque saben que en muchas de las desapariciones los aparatos de seguridad estuvieron involucrados”.

Indica que entre los colectivos se han tenido que fortalecer mucho al interior para identificar justo estas prácticas, estas personas, estos actores. “Entre ellas van presionando de alguna forma a las autoridades. Van identificando los diferentes actores con quien acudir, quién de las autoridades es más sensible, les puede dar otro trato o les puede proporcionar una información de una manera más horizontal, más clara, pues hasta desconfían de la información que les dan y ellas también han mencionado esa parte. Vigilan los procesos, por ejemplo, los de inhumación, no creen en los números que ellos les dan, por eso están tras el monitor, vigilando que sean los cuerpos, que sean las características individualizantes, que sea la forma en que les dicen que están los cuerpos o que los encontraron”.