Fuente: Gaceta UNAM

¿Cuántas personas no están desplazadas en este momento de sus lugares de origen porque se les ocurrió denunciar, hacer colectivos?, se pregunta Karla Salazar, del CRIM

 

Uno de los grandes detonantes para que sigan sucediendo los feminicidios es la impunidad, la cual se ejerce de tal forma que pareciera que es un permiso para seguir cometiendo actos delictivos, afirma Karla Salazar Serna.

Tenemos que remontarnos a Ciudad Juárez, agrega en conversación con Gaceta UNAM, a los casos del principio del milenio, cuando se hablaba tanto de las muertas de ese lugar, de las desapariciones, pues desde ahí comienza este fenómeno.

El gran peligro es la falta de memoria, acota. “En este país tenemos la necesidad muy importante y urgente, incluso, de construirla. Cuando conocí a Rita Segato ella nos decía que su experiencia en Ciudad Juárez incidió sobre su salud, tanto mental como física, además de las amenazas directas para que dejara de investigar el tema”.

Tenemos un compromiso como sociedad de construir memoria, precisa la exposdoctorante del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM), “porque a las muertas de Juárez no se les ha dado seguimiento ni justicia restaurativa a los familiares. No hay, inclusive, la construcción de la memoria para recordarlas de una manera digna. El caso de Debanhi en Nuevo León (adolescente que apareció muerta en circunstancias aún no aclaradas por las autoridades) es la punta del iceberg. En ese estado ya hay un registro de 2007 de mujeres desaparecidas; cada año ocurre pero sólo este año se ha visibilizado. Lo preocupante no es únicamente el incremento de uno, dos o tres casos por mes, sino la permanencia del delito”.

Las desapariciones durante muchos años no se denunciaron porque había amenazas continuas, puntualiza. “¿Cuántas personas no están desplazadas en este momento de sus lugares de origen porque se les ocurrió denunciar, hacer colectivos?”

La académica de la Universidad Autónoma de Tamaulipas dice que no cree que hayamos cedido espacios ante el crimen organizado, “nos los arrebataron y viene desde las políticas de seguridad del sexenio 2006-2012 y las de estructura de vivienda, porque todo ello coartó la relación social de los jóvenes”.

Trata de personas

Recordemos que de cada cien casos del delito de trata aproximadamente sólo uno se denuncia, señaló. “Hay una resistencia de las fiscalías por registrar los delitos de trata como tales. No lo hacen. En uno de mis estudios en Morelos hice un registro precisamente de casos de trata, en donde había una negación absoluta de registrarlos como tales y de darles un seguimiento y entonces se da la revictimización y la oportunidad de que los delitos se sigan perpetuando”.

Permea una cultura patriarcal y se reproduce, reflexiona. “En Tamaulipas, por ejemplo, no se puede hablar en voz alta de los delitos de desaparición, de feminicidios. No hemos discutido, no hemos desestructurado la cultura patriarcal de manera suficiente en los ámbitos universitarios donde tendríamos más factores para desarticularlo, entonces imaginemos los demás. Las fiscalías siguen criminalizando a las mujeres de su propia desventura”.

Explica que son las familias las que siguen buscando y siguen investigando. La mayoría de la población conoce un caso de desaparición cercano. No estamos comprendiendo. Es tan doloroso y complejo que caemos en la simplicidad”.

Desde el principio decidió que no le bastaba explicar la violencia. “Desde el ámbito académico, el ámbito universitario, tenemos que apostarle a una ciencia de incidencia social, una ciencia que permita transformar. No solamente la producción de artículos, de libros que a veces nadie lee. ¿Cómo se construye un camino de resiliencia para los miles de padres que están buscando a sus hijas? Recordemos que son cerca de 26 mil mujeres desaparecidas, entonces cómo acercamos factores que permitan construir caminos resilientes para la niñez. Yo creo que eso es en lo que nos debemos centrar, mediante diferentes disciplinas, en cómo podemos reconstruir un país que se está desgarrando”.

A veces sólo nos dejamos impactar por un momento y eso hay que visibilizarlo, abunda. “Se deben generar procesos de empatía social, el abrazo social se debe de construir con el reconocimiento de lo que estamos viviendo no es normal y no se debe de normalizar. No porque desde hace 20 años vivamos una violencia extrema tenemos que adaptarnos a ella o conformarnos con las acciones que se realizan. Debemos ser sujetos críticos, hacer críticas duras a nuestros gobiernos, no sólo censuras mediáticas, sino críticas profundas. No basta con escuchar y abrir espacios para la escucha, hay que fortalecer los mecanismos para la vinculación entre la federación y los estados porque ahí es donde se está perdiendo la humanidad.