¿Por qué es importante hablar de los feminismos latinoamericanos?

Nota: Vianey Mejía (FFyL); Ilustraciones: Ximena Ángeles (FAD); Diseño: Rut Ruiz (CIGU).

Investigación: Ana Paula Vázquez (FAD), Carolina Vargas (FES Aragón) y Fernanda Salazar (FES Aragón).

Coordinación e idea de la campaña: Cecilia Núñez (CIGU) .

Sin duda el feminismo es algo que  ha venido a cambiarnos la vida a miles de mujeres, al posicionarnos en un suelo político común que permite reconocernos en las otras y entender las opresiones que atraviesan nuestra vida diaria.

¿Cuándo fue que tú, lectora, te diste cuenta de que necesitabas al feminismo en tu vida?

Tú lectora, estudianta, trabajadora o académica de la UNAM, una universidad inserta dentro de lo que algunos denominan el tercer mundo. Una universidad pública, en latinoamérica, en México, en la ciudad. 

¿Puedes ir reconociendo todas y cada una de las intersecciones que conforman tu identidad?

Para aligerar el ejercicio te voy a poner un ejemplo, el de mi vida y su acercamiento a la teoría feminista, una teoría hecha por y para mujeres (mujeres en su generalidad). 

¿Por qué el feminismo?

Yo, Vianey, estudianta de una de las universidades más grandes del país, citadina, bisexuala, de clase trabajadora, morena, mujer, cisgénero… he tenido un paso por el mundo muy distinto al que podría tener una mujer trans, o de clase media, o blanca, o de provincia.

Esto configuró mi modo de percibir las cosas de una manera tal en la que no me enteré de las desigualdades que vivo por el simple hecho de ser mujer hasta que me encontré estudiando el primer año de mi licenciatura en Filosofía.

Allí, algunos profesores me veían con ternura o conmiseración al argumentar. Mis compañeros de generación, en su mayoría hombres, no me escuchaban hasta que yo elevaba el tono de mi voz. Allí un profesor, al que afortunadamente cesaron de su cargo, me dijo:

lo que yo hago el primer día de clases es mirar con quién de mis alumnas voy a ir por un café, tú eres una de ellas.

Evidentemente estas situaciones me descolocaron, me hicieron repensar cómo la sociedad percibía mi cuerpo, mi persona, mi lugar dentro de ella. Para ese entonces yo no sabía que, a ojos de muchos varones, yo era parte de esas intrusas que llegaron a instalarse, no sin antes luchar por ello, dentro del espacio académico antiguamente reservado a los hombres.

Fue así que empecé a buscar teorías que me interpelaran como mujer. Descubrí que cuando los filósofos, que por obligación curricular leía, decían “El hombre es racional” se referían a un ser sexuado, que no me incluía ni a mí ni a mis compañeras mujeres. 

Feminismo en la academia

Fui buscando, de manera más clandestina que académica, lecturas que, además, me enseñaron que la categoría “hombre” no incluía a mujeres, pero tampoco a las disidencias sexuales, a los pueblos originarios, a los lumpen, y a un sinfín de personas que quedaban al margen de las teorías europeas que nos entraban a fuerza de escalas numéricas llamadas calificaciones.

Fue entonces que me acerqué a la única clase de feminismo que encontré por entonces dentro de mi colegio, un seminario optativo, no obligatorio, sino periférico y poco publicitado, de la doctora Leticia Flores Farfán. Fue ahí que conocí a Gayle Rubin, a Betty Friedan, Simone de Beauvoir, Kate Millet

Si bien sus teorías cambiaron por y para siempre mi vida, también me cuestionaba si acá en México no existía este tipo de reflexión, si es que estábamos a caso destinadas a sólo ser consumidoras de teorías de Estados Unidos y Europa. 

De manera más autodidacta empecé a leer a mexicanas que podían hablar con más sentido de nuestra condición, conocí a Marcela Lagarde con su manera de entender los crímenes cometidos a las mujeres de nuestras latitudes.

A Rosario Castellanos con su manera de explicar el mundo de las mujeres dentro de la academia. A Graciela Hierro y su interpretación de la filosofía vital de Spinoza: la adaptación de una filosofía universal para el grupo particular de las mujeres.

El acercamiento que tuve a estas últimas autoras fue completamente feliz. Podrán imaginarse lo emocionada que me sentía de ser de las pocas personas en mi licenciatura que ya no querían enfocarse en entender a los misóginos de Schopenhauer, Kant o Rousseau.

Las batallas eran diarias en las aulas, en los seminarios y proyectos de investigación de los que yo formaba parte, era vista como la molesta que siempre, a fuerza, quería meter a debate el punto de vista de las mujeres:

¿Para qué si la filosofía es u-ni-ver-sal? ¿Para qué molestar con lo mismo todo el tiempo? 

Lo que no se preguntaban quienes juzgaban era: por qué no hacerlo si, como lo dijo Rosario Castellanos, somos más de la mitad de la población a nivel mundial.

Feminismos latinoamericanos

Hubo mucha soledad, pero, afortunadamente, la que busca encuentra. Me encontré con un grupo de compañeras que por ese entonces hacían activismo y fueron quienes por primera vez hicieron un paro feminista dentro de la universidad, jamás me cansaré de decirlo. 

La mayoría de ellas pertenecían al colegio de Estudios Latinoamericanos, aprendí muchísimo a su lado. 

Fue a lado de Itzel, Cristina, Harumi, Nicole, Beatriz… que pude entender que no bastaba reconocernos mujeres, sino mujeres a las que les ha atravesado la colonialidad, el clasismo, la racialidad.

Me di cuenta de que ocurría algo más o menos similar a lo que pasaba al pretender a la Filosofía universal. A eso que se daba con la palabra “hombre”, que decía englobar a todas las personas, cuando no era así. De igual modo, no bastaba hablar de un único feminismo. Me di cuenta que había múltiples posturas políticas del mismo, cada una con su particular análisis de lo que es ser mujer.

¿Es el feminismo colonial?

En ese andar, conocí a mujeres que, para mi sorpresa, pese a trabajar muchísimo por nuestra dignidad, pese a marchar a mi lado y gritar en contra de la violencia hacia nosotras, de acompañar, de cuidar… decidían no nombrarse feministas. 

¿Cómo? Si a mí el feminismo me había cambiado la vida, me hizo encontrarme mejor en el mundo y reconocerme en la otra. No como una otra, sino como compañera.

Pues sí. Para ellas asumirse feministas era asumir una teoría venida de un lado del mundo completamente distinto a nuestra realidad. Decidían asumirse como mujeres que se organizan o que luchan, pero no como feministas.

Para mí esto es algo aún en disputa, yo decido sí asumirme feminista por mi historia personal (como diría Dorotea Gómez) que, como mencioné antes, tuvo su parteaguas dentro del espacio académico. 

En cambio, para muchas de mis compañeras es distinto. Muchas de ellas luchaban ya desde muy pequeñas por la defensa del territorio en sus comunidades en Oaxaca, Hidalgo o Puebla. Quizás con una conciencia más temprana de lo que significaba ser mujer dentro del patriarcado. Algo que yo no podría haber ni soñado.

Pude entender que la importancia del feminismo radica en entendernos como plurales, con sueños, necesidades, y objetivos distintos. Con límites diferentes, con mínimos indispensables múltiples.

Feminismos desde el Sur Global

Hablar de feminismos nuestroamericanos, decoloniales, descoloniales, latinoamericanos, del Abya Yala… es entender la complejidad de nuestra existencia como mujeres del sur global. Es entender que las dinámicas desde las que nos relacionamos entre mujeres también son diversas: algunas mujeres emplean a otras, enseñan a otras, apoyan a otras y eso ya nos coloca en pisos distintos.

Si bien, como menciona Julieta Paredes, “no hay que desmerecer lo que ellas, las feministas occidentales hicieron y hacen es sus sociedades”, es fundamental que nos pensemos desde nuestra posición en el mundo.

Es necesario reconocer que dentro de nuestra misma localidad hay diferencias. La vida, y por tanto la manera de ver y entender el feminismo, no va a ser la misma para una mujer académica de clase media, con pensamiento de izquierda, que para la mujer trabajadora del hogar que contrata y que debe trasladarse desde el Estado de México a la ciudad. 

No va a ser la misma la manera en la que el patriarcado atraviesa a una mujer afrocolombiana que a una mujer migrante en Estados Unidos.

“Nosotras queremos posicionar desde Bolivia nuestro proceso feminista y nuestros procesos de cambios.” Continúa Paredes.

Pensadoras del Abya Yala

Con información de Ana Paula Vázquez (FAD), Carolina Vargas(FES Aragón) y Fernanda Salazar (FES Aragón).

Ilustraciones por Ximena Ángeles (FAD).

Por ello, desde la Coordinación para la Igualdad de Género, y tras diálogos internos entre sus integrantas, queremos exhortar a la lectura de los feminismos que nos interpelan como mujeres latinoamericanas. Es indispensable leer a Beauvoir, a Wittig, a Woolf, pero también a Sylvia Marcos, Ochy Curiel, Yuderkys Espinosa, Mara Viveros Vigoya: mexicana, dominicanas y colombiana respectivamente.

Te dejamos una selección de algunas de las pensadoras feministas del Abya Yala. Ellas nos ayudarán a pensar en nuestras particulares maneras de relacionarnos con el feminismo. No son todas las que hubiéramos querido incluir en la campaña, pero es un buen inicio. Hicimos una serie de ilustraciones y rescate de frases relevantes en su pensamiento. También te enlazamos a sus obras desde nuestras redes sociales.

importancia feminismos latinoamericanos CIGU UNAM

Adriana Guzmán Arroyo es una feminista comunitaria, teórica y educadora popular. Es parte de la “Asamblea del Feminismo Comunitario” y fue Vocera Ejecutiva Nacional del Feminismo Comunitario en Bolivia. Su feminismo propone la comunidad como una forma de vida entre las personas y la naturaleza.

Échale un ojito a su teoría con: “El Tejido de la Rebeldía ¿Qué es el Feminismo Comunitario? Bases para la Despatriarcalización”.

Aura Cumes Simón es una investigadora y antropóloga que trabaja desde las epistemologías indígenas, antirracistas y antipatriarcales. Sus propuestas teórico-prácticas plantean desarticular las estructuras y forma en la que vivimos en las que algunas personas valen más que otras.

Descolonízate, échale un ojito a su teoría con: Mujeres Indígenas, Patriarcado y Colonialismo: Un Desafío a la Segregación Comprensiva de las Formas de Dominio.

Dorotea es Trabajadora Social, antropóloga y feminista. Su trabajo está caracterizado por estudiar el acceso a la tierra, la participación política ciudadana, la exclusión racial y misógina en contextos rurales y urbanos de Guatemala. Una de sus aportaciones más significativas es mirar el cuerpo como un espacio social, no sólo biológico.
Descolonízate, échale un ojito a su teoría con: “Mi cuerpo es un territorio político”.

Gloria Anzaldúa fue una escritora, teórica, feminista y activista política. Ella escribió desde su perspectiva de ser una mujer extranjera situada entre culturas que no la reconocían como igual por su origen migrante, pobre y fuera de los cánones de la feminidad.

Ganó múltiples premios y en su honor se han creado premios como el “Anzaldúa Scholar Activist Award” y el “Gloria E. Anzaldúa Award for Independent Scholars”.

Descolonízate, échale un ojito a su teoría con: “Borderlands/La Frontera. The New Mestiza”

Julieta Paredes es una feminsta comunitaria, aymara y lesbiana. Es fundadora de “Mujeres Creando” una de las colectivas más importantes para los feminismos autónomos de Abya Yala. Su postura teórica explica la relación entre el colonialismo y el patriarcado. Propone  que las mujeres se articulen con acción política desde el feminismo comunitario para poder sobreponerse a las violencias machistas y coloniales.

Échale un ojito a su teoría con: “Hilando Fino desde el Feminismo Comunitario”

Lorena Cabnal es cofundadora del movimiento feminista comunitario territorial en Guatemala, la “Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario, Tzk’at”. Su trabajo retoma los saberes de la “femialogia” de nuestras ancestras: una memoria sanadora de las abuelas, de las madres, tías, hermanas, mediante lo que ella denomina la “Defensa del territorio cuerpo-tierra”.

Descolonízate, échale un ojito a su teoría con: “En tiempos de Muerte: Cuerpos, Rebeldía, Resistencias.”

Margarita Pisano Fischer fue una arquitecta, escritora y feminista crítica de la cultura contemporánea. Es una de las pensadoras feministas más destacadas en Chile. En 1979, a raíz del golpe de estado Pisano decidió dejar la arquitectura y adentrarse en tiempo completo al activismo en contra de la dictadura y la violación de los derechos humanos. Junto con Julieta Kirkwood fundó el Movimiento Feminista Autónomo en oposición a Augusto Pinochet, bajo la consigna “Democracia en el país, en la casa y en la cama”.

Echale un ojito a su teoría con: “Julia, quiero que seas feliz.”

María Galindo Neder es psicóloga, comunicadora, grafitera, activista y escritora. Referente del anarco-feminismo en su país y América Latina; cofundadora del movimiento Mujeres Creando. Plantea el concepto de “feminismo intuitivo”: aquel que no proviene de los libros, sino el que surge de la rebelión de una misma para con los mandatos y las normas patriarcales. Para ella, la lucha feminista es una lucha antisistémica, donde se busca un mundo carente de jerarquías y formas de medición del poder. 

Descolonízate, échale un ojito a su teoría con: No se puede descolonizar sin despatriarcalizar.