Fuente: Portal de la comunicación de la FI

Concluye ciclo sobre masculinidad en la FI con reflexiones transformadoras.

La Comisión Interna para la Igualdad de Género (Cinig-FI) cerró el ciclo ¿Cómo vives tu masculinidad en la FI?, el pasado 8 de octubre, con la ponencia ¿Qué masculinidades formar en la UNAM? del maestro Rubén Hernández Duarte, director de Inclusión y Prácticas Comunitarias de la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM (CIGU).

Joshua Martínez Rodríguez, miembro de la Cinig-FI, agradeció la presencia del maestro Hernández y resaltó la enseñanza en común que se ha brindado a lo largo de este ciclo: el estereotipo del ingeniero está cambiando, a pesar de ser una comunidad estudiantil, académica y administrativa con mayoría de hombres. “Celebro que haya masculinidades que alcen la voz y nos acompañen en este tipo de foros”.

Rubén Hernández enfatizó que la UNAM está viviendo una etapa de transición debido a posicionamientos que visibilizan desigualdades de género en sus espacios, por lo que la pregunta del título de la ponencia es ambiciosa y difícil de responder, pero muy productiva como reflexión y detonante para desplazar el horizonte desigual y patriarcal que la caracteriza.

“Puede decirse que la masculinidad, en términos patriarcales y no patriarcales, es un mandato cultural que impone ciertas expectativas. Cuando hablamos de construir masculinidades tenemos, al menos, dos posibilidades: quienes obedecen y quienes desobedecen los mandatos de la masculinidad”, explicó.

En el primer caso se observan atributos de fuerza y virilidad o tener un trabajo productivo remunerado; defienden la idea de ser heterosexual, creen en la superioridad y aplican la violencia, en resumen, “hombres de verdad”. Para quienes desobedecen, segunda posibilidad, Rubén Hernández ofreció ocho claves que les permitan transitar a una sociedad más equitativa.

Primera, desidentificarse con las asimetrías del poder, es decir, que cuestionen cualquier manera de ejercer el poder de manera abusiva y vertical, y reconocer cómo dichas asimetrías afectan a las mujeres. Segunda, romper el compromiso de ser entendidos como sujetos masculinos: “¿Por qué causa tanta aversión el uso de una falda o maquillaje, tener el cabello largo o el cariño entre hombres? Debe haber una ruptura con la construcción subjetiva de súper masculinos“, subrayó.

La tercera, impulsar masculinidades diversas, plurales y descentradas, desmontando la idea de beneficiarse si se tienen más atributos varoniles. Cuarta, rechazar el androcentrismo, entendido como la tendencia a considerar al hombre como referencia para tomar decisiones. Quinta, poner sobre la mesa una perspectiva ética y política de corresponsabilidad de los cuidados, haciendo personas cuidadoras y cuidadosas. “Las masculinidades deben comprometerse con la domesticidad, con una justa distribución del tiempo y del trabajo”.

Sexta, transitar a la ternura, al amor y la compasión, con consentimiento, y tener una ética basada en la integridad, la reciprocidad, el reconocimiento de la afectividad de las personas y su vulnerabilidad y la búsqueda del bienestar propio y compartido.

La séptima, ser autocrítico, manteniendo un distanciamiento frente a los mandatos culturales, y, la octava, romper el pacto patriarcal: “no basta dejar de ejercer violencia o apoyar la causa feminista, recordemos que muchas de las desigualdades no están alimentadas por el maltrato directo, sino también por los silencios y complicidades”, señaló.

Para el maestro Hernández, la famosa frase de Angela Davis, en una sociedad racista no es suficiente que un individuo diga que no lo es, puede ser trasladada al posicionamiento de la masculinidad: “No basta con denominarnos antimachistas y no ejercer violencia, tenemos que serlo y posicionarnos contra el patriarcado y sus desigualdades”.

Asimismo, señaló que en los últimos años se ha generado una discusión acerca del lugar que ocuparían los hombres en esta transformación, a lo cual propuso: “¿Por qué no pensar si tienen la capacidad ser antipatriarcales, en vez de feministas? No hay que tratar de buscar un espacio específico en una movilización que históricamente tiene que ver con el trabajo activista y político de las mujeres. Más bien, transitar a lo que sí pueden hacer y su posicionamiento”.

De esta manera, concluyó, los hombres pueden desobedecer el mandato machista, aprender del feminismo, leer y dialogar con ellas y crear lazos con sus grupos y políticas: “Se requiere que se involucren decididamente con una agenda propia, sin protagonizar espacios, comenzando con la vestimenta, la forma en que nos nombramos, con nuestras relaciones laborales, sociales y personales, nuestros cuerpos y todas las vidas con las que tenemos contacto en este mundo desigual. A la luz de ese horizonte, pronto desestabilizaremos el sistema”, finalizó.

Fuente: Portal de la comunicación de la FI