Mexicanas en el movimiento estudiantil del 68

Por: Vianey Mejía (FFyL)

El pasado 2 de octubre se conmemoraron 53 años del lamentable asesinato y desaparición de estudiantes mexicanos en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco.

El crimen, cometido por parte del gobierno mexicano, fue el desenlace trágico de una serie de acciones organizativas que iniciaron el 22 de julio del mismo año. Éstas iniciaron ante la inconformidad que tenía la sociedad por las acciones represivas del Estado Mexicano. 

Pudo evitarse con el diálogo y la escucha entre autoridades y de aquellos a quienes representaban. Pero no hubo voluntad política ni creatividad para resolver el conflicto. 

Los estudiantes en México

Algunos sectores ven en el conocimiento y el pensamiento crítico una amenaza, ya que les conviene tener en ignorancia a las mayorías.

En ese sentido el papel de las y los estudiantes en México ha sido clave para divulgar saberes críticos en un país colonizado y sometido, en el que la mayor parte de la población carece de condiciones para acceder a la educación digna o siquiera a la cobertura adecuada de sus necesidades básicas.

El pensamiento que ebullía entre el estudiantado y los análisis del propio contexto, llevó al sector estudiantil, especialmente de la Ciudad de México, a unirse a las olas de pensamiento revolucionario que se gestaban a nivel internacional: la aparición de las minifaldas, de las pastillas anticonceptivas, del pensamiento antiguerras, anticapitalista y antimachista. 

Ser mujer y estudiante 

La educación formal no llegó a las mujeres al mismo tiempo que para los varones. Para las mujeres era todo un logro y una revolución a nivel familiar y social acceder a las aulas universitarias. Incluso para las más privilegiadas.

Y así como los universitarios varones estaban inmersos en la vorágine del cambio social, las mujeres también podían cuestionarse desde su particularidad la situación de su país, su sociedad y su propia condición dentro de ella. 

Ser mujer y activista

Al movimiento estudiantil de 1968 se unieron mujeres, principalmente estudiantes, para realizar estrategias políticas que muchas veces quedaban opacadas por el protagonismo de sus compañeros varones.

Para las mujeres que participaron en el movimiento la carga de lidiar con la ruptura del papel tradicional destinado al sexo femenino, se juntaba con aquella que  tenía lugar dentro de las asambleas y espacios de organización política: al interior del movimiento se replicaban los roles sociales de subordinación femenina, se les asignaba a las compañeras estudiantes la preparación de alimentos para los activistas, la limpieza y otros trabajos de cuidados.

Y pese a que algunas mujeres dentro del movimiento fueron portavoces frente a prensa, de algún modo la situación de la mayoría de ellas dentro del activismo mixto fue un parteaguas en la toma de conciencia de las mujeres universitarias, quienes posteriormente formaron sus propios frentes y grupos de acción, como el MAS (Mujeres en Acción Solidaria), en 1971.

Periódico La Hormiga

Como siempre, aunque invisibilizado, el trabajo de las mujeres fue fundamental para la gesta del cambio. Su siempre labor en la conformación de base social se vio en actividades como la redacción y el reparto del periódico La Hormiga, donde informaban a la ciudadanía sobre los acontecimientos que tenían lugar entre el Estado con su represor cuerpo policial y los estudiantes inconformes con el status quo. 

Las mujeres brigadeaban, recolectaban dinero mediante boteo, repartían volantes. Pintaban bardas informativas, entre otras acciones fundamentales para que la sociedad estuviera informada y en solidaridad con el movimiento estudiantil.

Alcira Soust Scaffo

Dentro de las mujeres que repartían volantes a los obreros, se encontraba Alcira Soust Scaffo. Una poeta uruguaya popular por repartir en las brigadas poemas de su autoría.

Alcira fue muy importante dentro de las brigadas, y es incluso citada en obras literarias por el impresionante hecho de sobrevivir a la masacre, al ocultarse varios días dentro de los baños de la Torre de Humanidades, en Ciudad Universitaria.

Ella temía que el ejército la encontrara y al igual que a otras profesoras y estudiantes, la arrestaran a punta de armas de fuego, así que permaneció allí bebiendo agua del grifo y comiendo papel higiénico hasta que el ejército abandonó CU y fue encontrada por un profesor.

2 de octubre de 1968

Además de reconocer a las mujeres como sujetas políticas en la sociedad mexicana, en este breve recorrido pretendemos unirnos a las voces que gritan que el 2 de octubre no se olvida. Pues esto significa que no queremos que un Crimen de Estado de tal índole se repita, no queremos nunca más vivir la represión por organizarnos o disentir.

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