Texto por Vianey Mejía

Al igual que todas nuestras luchas, como mujeres conmemoramos este día, el 30 de marzo Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, celebrando, visibilizando, pero sin bajar la guardia, dado que como grupo oprimido aún nos encontramos frente a una brecha enorme que hay que subsanar.

Con este día las mujeres recordamos la enorme contribución que realizan las trabajadoras del hogar a la economía mundial y al sustento de la vida.

Aunque este trabajo es muchas veces invisibilizado y, por increíble que parezca, menospreciado, es gracias a las trabajadoras del hogar que se plancha, se lava, se limpia, se alimenta, se cuida a niñas, niños, ancianos y enfermos.

Si todo el mundo tuviera que dedicarse exclusivamente a estas actividades para poder sostener su propia vida y dignidad, al mantener, por ejemplo, las condiciones adecuadas de higiene de las personas y los espacios, nadie podría ser “productivo” para el sistema económico y social contemporáneo.

Y pese a la importancia que significa esta labor la mayoría de las trabajadoras domésticas viven pobreza, o pobreza extrema, en sus propios hogares (50.7%). En muchas ocasiones llegan a dedicarse a estas actividades debido a que no poseen nada más que su fuerza de trabajo.

Por estos motivos ellas tendrían que ser consideradas como grupo de atención prioritaria por el Estado, sin embargo, la mayoría carece de prestaciones: según datos de “Hogar justo hogar”, el 99% de ellas no cuenta con un contrato escrito y el 97% no cuenta con seguridad social.

Su trabajo se encuentra relegado a un ámbito en suma privado en el que el gobierno y la sociedad en general se desentienden de sus derechos, pues parece que su estabilidad laboral queda en un mero “apalabramiento” o voto de confianza. Quedan entonces expuestas en muchas ocasiones a situaciones injustas o insostenibles tanto para ellas como para sus empleadoras o empleadores.

Además, todavía son sometidas a muchos abusos y vejaciones por su condición de ser mujeres pobres en un país sumamente machista y clasista.

Las cifras indican que esta doble vulnerabilidad es además la causa de que aproximadamente el 30% de las personas que han muerto por Covid-19 sean trabajadoras del hogar, recordemos que ellas no fueron consideradas como “trabajadoras esenciales” como sí las trabajadoras de limpieza del sector público, de las calles u hospitales, por ejemplo y, por ello, no han recibido aún la vacuna contra el virus del Covid-19.

Así como con las trabajadoras de la salud y las artistas, las trabajadoras del hogar NO viven del aplauso. El gobierno y la sociedad organizada debe solidarizarse con ellas y exigir condiciones dignas para su labor.

Reconocimiento, respeto y derechos a las compañeras que sostienen la vida.

A continuación te compartimos algunas recomendaciones para un hogar más justo:

https://www.facebook.com/igualdadUNAM/posts/272014997857709